El One Central Park de Sídney, envuelto en jardines verticales, gana el premio anual a la torre más hermosa, útil y ecológica.
Nadie parece sentir mucho aprecio por los grandes bloques en forma de caja de zapatos, con su geometría vulgar y algo tristona. Y los expertos en arquitectura, tampoco, o al menos eso se puede deducir de los galardones recién concedidos por el Consejo de Edificios en Altura y Hábitat Urbano, una institución con sede en Chicago que cada año distingue las "contribuciones extraordinarias" al arte de hacer torres hermosas, útiles y ecológicas.
Los cuatro inmuebles premiados en esta edición, sobre una lista de 88 aspirantes, presentan unas características muy variables: para empezar, sus dimensiones oscilan entre las dieciocho y las setenta y cinco plantas, que ya es diferencia. Pero todos comparten la intención evidente de eludir, por un medio o por otro, la apariencia aburrida y trivial del gigantesco ortoedro de hormigón.
El caso más llamativo es el del ganador absoluto del certamen, el One Central Park de Sídney, un edificio cuyo aspecto resulta difícil de olvidar. "La primera vez que lo vi, me quedé de piedra", ha resumido uno de los miembros del jurado, Antony Wood. Este complejo de dos torres, diseñado por el estudio del arquitecto francés Jean Nouvel, se toma el adjetivo 'verde' particularmente en serio, ya que 1.120 metros cuadrados de sus fachadas son jardines verticales en los que crecen 35.200 plantas de 383 especies.
Se trata de cultivos hidropónicos, sin suelo, desarrollados por el apóstol de este tipo de estructuras, el también francés Patrick Blanc. "Ha habido muchos avances en la incorporación de la vegetación a estos edificios, pero nunca se había intentado ni conseguido nada a esta escala. One Central Park señala el camino hacia una nueva estética para nuestras ciudades", elogia Wood.
El consejo considera que edificios como este pueden hacer añicos la idea, totalmente justificada por la historia, de que los rascacielos privan a la ciudad de espacios naturales y bloquean la luz del sol. Porque, además de sus paredes recubiertas de verdor, el inmueble se distingue por otro rasgo singular: a la altura del piso 29 de la torre más alta, emerge de la fachada un voladizo con triple función.
De día es un helióstato, un espejo que persigue el sol y lo refleja hacia distintos puntos. De noche se convierte en una hipnótica escultura de luz provista de 2.880 'leds'. Y, además, sirve como base para el 'jardín del cielo', un equipamiento comunal que solo pueden utilizar los propietarios de los pisos más caros, los que se encuentran por encima de ese nivel.
Estos inquilinos, que también cuentan con sus propios ascensores hiperrápidos, disfrutan allá arriba de piscina, barbacoa y, por supuesto, mucha vegetación, a la vez que experimentan ese placer tan caro de la superioridad sobre sus vecinos más plebeyos. El One Central Park es un edificio residencial, con 623 apartamentos que se vendieron a buen ritmo antes de su inauguración a principios de este año. Los más baratos, de una habitación, rondaban los 650.000 euros, y actualmente todavía siguen sin ocupar varios de los más prohibitivos: se trata de áticos dúplex de la torre alta, más arriba del voladizo y del jardín celestial, con precios que alcanzan los dos millones de euros.
Bailando el 'hula-hoop'
El jurado del certamen ha concedido otros tres premios a los mejores en sus respectivas regiones. En Europa, se ha alzado con el triunfo De Rotterdam, un conjunto de tres torres interconectadas que se terminó de levantar el año pasado en la ciudad holandesa. La disposición de los bloques, con su mitad superior desplazada sobre la inferior, recuerda ese acabado poco preciso que suelen dar los niños a sus juegos de construcción, pero los responsables del premio han encontrado otra referencia afortunada: su forma evoca vagamente las testas vigilantes de los moáis de la Isla de Pascua.
"El conjunto rompe lo que podría haber sido una masa apabullante en partes digeribles", analizan al justificar su elección. Se trata del edificio con mayor superficie del país y, según algunas fuentes, de Europa entera, y su interior se reparte entre oficinas municipales, apartamentos y un hotel.
En la zona de Oriente Próximo y África, se ha impuesto la Cayan Tower de Dubái, un rascacielos de 306 metros con una torsión de noventa grados: todos los pisos presentan un trazado idéntico, pero cada uno está levemente girado sobre el inferior.
El jurado, que demuestra talento para las comparaciones deslumbrantes, describe así su efecto en un entorno hiperpoblado de torres más o menos anodinas: "Es como encontrarse a una bailarina de hula-hoop en un tren repleto de trajes grises de franela". Finalmente, en América, el galardón se ha ido a una reforma, que ha convertido la vetusta sede federal de Portland (Oregón) en un edificio eficiente del siglo XXI, con la fachada cubierta de pantallas verdosas que aportan dinamismo y sombra. El jurado aplaude esta reconversión de la detestada caja de zapatos: "Han logrado transformar una masa recubierta de hormigón, como un búnker, en un volumen con apariencia de celosía".
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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