Un proyecto de torre de 180 metros vuelve a dividir en dos bandos a políticos, arquitectos y urbanistas en París, entre partidarios de preservar el paisaje histórico y los que preconizan una transformación de la capital.
El edificio de oficinas Triangle, que sus promotores quieren edificar en el distrito XV de París, está muy lejos de los grandes rascacielos construidos en otras capitales, como el de 1001 metros y 167 pisos que Arabia Saudita edifica en Yedá, cinco veces más alto y previsto para 2019.
Pero a pesar de sus dimensiones relativamente moderadas, el Consejo municipal parisino rechazó el plan. En Francia, "parecería que la arquitectura tuviese que ser invisible", deploró el martes pasado el famoso arquitecto Jean Nouvel. "El problema de una torre es que tiene que tener su orgullo y dejarse ver".
En París, "hay un tabú" con las torres, explicó el urbanista Michel Carmona. Desde el siglo XIX y las reformas impulsadas por el barón Haussmann, que abrió grandes avenidas y terminó con el París medieval, la capital se mantuvo a la altura máxima de seis pisos.
"Gracias a su amplitud, el sistema de Haussmann dio a la ciudad su imagen característica", señala Carmona. "Los extranjeros quedan maravillados por la fantástica unidad del paisaje de París".
Las únicas excepciones se concentran en el barrio empresarial periférico de La Defense o en contados casos aislados, como la solitaria torre Montparnasse, odiada por los parisinos desde los años 70.
Desde entonces, cualquier intento por construir edificios modernos como en Londres o Berlín levanta una ola de indignación generalizada que frena los proyectos.
La alcaldesa Anne Hidalgo sufrió el primer revés de su mandato, cuando este lunes el Consejo municipal rechazó su idea de hacer del edificio Triangle la punta de lanza de un proyecto para reinventar la capital y evitar que se convierta en museo.
El debate revivió la batalla política de París entre la alcaldesa socialista y la ex candidata de la derecha Nathalie Kosciusko-Morizet (UMP), derrotada en las municipales de marzo pasado.
Hidalgo impugnó el martes la decisión del Consejo municipal, que rechazó el proyecto con los votos de la UMP y de los ecologistas, estos últimos socios de gobierno.
La alcaldesa socialista cuestionó la regularidad del voto por no respetar su carácter secreto, designó a un mediador y acusó a su rival de derecha de poner intereses políticos por delante de los de la capital, disuadiendo al pasar una inversión privada de 520 millones de euros.
Por su parte, Kosciusko-Morizet impugna la visión "superada" de un urbanismo, "que busca necesariamente a la modernidad en lo alto de una torre".
La UNESCO tomó partido en contra de los rascacielos. "París se estableció en el siglo XIX como una ciudad de seis pisos", nos dijo el subdirector Francesco Bandarin, que llamó a proteger el sistema de Haussmann.
En otro frente del mismo debate, el mes pasado un tribunal de París dio luz verde a la renovación del edificio de los grandes almacenes de la Samaritaine, a orillas del Sena, también objeto de una controversia.
Esta vez el pulso es entre los defensores del patrimonio y el poderoso grupo de lujo LVMH, propietario del inmueble y partidario de dotarlo de una moderna fachada ondulada de vidrio.
Bruno Decaris, arquitecto del organismo estatal de Monumentos Históricos, cuestiona que, para combatir cualquier cambio, se invoque al sistema de Haussmann "que destruyó el 90% del París medieval y salvó la ciudad" del estancamiento.
En otro punto de la capital, el arquitecto Rem Koolhaas, símbolo de ruptura, hizo un aporte salomónico al debate: diseñó la Fundación Galeries Lafayette con un interior moderno y mantuvo una fachada que respeta el entorno decimonónico del edificio.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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