El último premio Pritzker, Shigeru Ban, ha inaugurado recientemente su Museo de Arte en Aspen, Colorado. El volumen, un prisma de hormigón, acero y vidrio remite, sin embargo, al mundo artesano de la cestería y a la imperfección de lo hecho a mano gracias a una piel "made in Spain".
Es ese revestimiento flexible de madera de okume -que se densifica según las diversas necesidades de la fachada- lo que, más allá de singularizar y humanizar un gran volumen, protege su interior del exceso de soleamiento durante el verano. Así, tras ese tejido que apela más al tacto que a la vista están las ideas de un gran arquitecto que ha hecho de la investigación material y tipológica uno de los pilares de su carrera. Sin embargo, justo es decirlo, ese ingenio está aquí unido al de la empresa Prodema, que ha investigado para idear un material resistente, flexible, energéticamente eficiente y estéticamente solvente.
Esta firma de Guipuzcoa, que exporta el 95% de su producción, ha fabricado las lamas forradas de madera de okume que arropan el edificio de Ban. Empiezo esta nota hablando por el material porque, en un inmueble como este, pienso que es donde reside la clave de su impacto en la ciudad: sin ese manto, sería poco más que un volumen neutro y aséptico.
El arquitecto japonés ganó un concurso para levantar el museo en 2008 y, tras un cambio de ubicación, ha concluido este verano un edificio en el centro de la ciudad que, desde su factura cartesiana, quiere –asegura el proyectista- remitir sin embargo a las famosas Montañas Rocosas que dibujan el entorno de la ciudad. ¿Cómo? No con la piel sino con el funcionamiento.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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