Tokio es una ciudad de estrecheces. Así, es normal encontrar parcelas muy angostas pero a su vez de mucha profundidad.
En respuesta a estas limitaciones, el estudio Florian Busch creó una vivienda de espacios interconectados de forma fluida para vivir en el interior y el exterior a un mismo tiempo.
Moviéndose a través del edificio se revelan diferentes orientaciones en sus tres niveles, dando lugar a atmósferas diversas. Como no hay particiones, se siente la gran profundidad de la casa. Y la composición es con tejidos “blandos” para contrarrestar la dureza intrínseca del hormigón que limita la parcela, todo con el objetivo de luchar contra el ahogo que a veces depara la ciudad.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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