El proyecto se sitúa en el Valle de Cabildo, en una zona semiárida de clima subtropical, sitiada de siembras de palta y cítricos encuadrada por cordones montañosos.
El origen del encargo era copar la inmensidad del campo y se eligió el plano. Se rodeó con una pirca perimetral para conformar el casco de las futuras construcciones.
En una primera etapa se edificaron dos casas aisladas; de esta manera abordaba a configurarse la volumetría del proyecto, que buscaba formar un patio central protegido de los fuertes vientos y acotar la gran extensión del territorio. Para completar este cuadrante se construyó la presente obra. En esta vivienda la estrategia fue ordenar el programa en dos volúmenes; el primero de mayor altura y jerarquía, donde se ubican los recintos públicos como estar y comedor, y la demarcación espacial está dada por las diferencias de niveles.
El segundo, de carácter más privado, alberga los dormitorios articulados por una biblioteca corredor que termina por configurar la volumetría en forma de L del proyecto. La obra se abre al patio central generando en su perímetro un corredor abierto. Esta circulación exterior también está presente en las edificaciones anteriores, estableciendo una conexión entre ellas.
La propuesta recoge la tectónica del lugar, mediante el uso de la piedra que abunda en el sector y que es extraída del lecho del río que atraviesa el fundo. De esta manera, ésta se utiliza con la misma disposición con que fue usada en la pirca; seleccionándose y ubicándose unas sobre las otras según tamaño y forma. Para todas las terminaciones de vanos y muros del proyecto, la piedra se confina a través de losetas de hormigón a la vista.
El estar y comedor presentan en el cielo una bóveda catalana de hormigón a la vista, la cual está modulada en relación a las rasgos de las ventanas.
La orientación de los volúmenes está pensada para que los dormitorios reciban luz norte. El estar y comedor se abren al oriente generando una relación directa con el patio central. Hacia el poniente se proyectan rasgos esbeltos que sumados al espesor de la piedra generan una solución arquitectónica para el control solar. En el norte, el volumen entendido como público remata en la chimenea que a su vez es una gran viga suspendida que amarra a los dos muros perimetrales paralelos que contienen al volumen principal.
En el piso de toda la casa se utilizan durmientes de roble y para los marcos de las ventanas, madera de cedro. La estructura de la cubierta en los dormitorios está construida en base a vigas de roble de gran escuadría a la vista.
El proyecto busca ser atemporal a través de su geometría simple, el uso de la luz, el ritmo de las ventanas de las casas de campo y su materialidad.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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