Hacer arquitectura es una tarea compleja, más aún hacer arquitecturas que sean referentes urbanos, pues esto no depende de su creador sino de la identificación de la gente con éstas.
Ni una buena solución arquitectónica, tampoco las formas espectaculares son suficientes para que un edificio pueda convertirse en referente urbano y si bien no existe una receta para ello lo primordial para que esto suceda es que la arquitectura sea un reflejo de la cultura y la sociedad donde se ubica.
Son pocos los creadores que logran capturar la esencia de un lugar, muchos menos son aquellos que además logran asimilar su momento histórico y revelarlo con un lenguaje que trascienda el tiempo, uno de estos pocos fue el arquitecto mexicano Pedro Ramírez Vázquez (1919-2013), uno de los representantes más prolíficos y reconocidos de la arquitectura mexicana del siglo XX.
Originario de la ciudad de México, Pedro Ramírez Vázquez fue un creador que siempre tuvo como premisa que la principal función de la arquitectura es dar servicio a las necesidades de una ciudad, ya que consideraba que la trascendencia de ésta radica en el propósito que cumple y el servicio que ofrece a la sociedad.
Así también, consideraba que para ejercer una correcta arquitectura es necesario tener un profundo reconocimiento del oficio, del medio y del hombre de la época.
Pendiente siempre de las tecnologías constructivas de avanzada el arquitecto Ramírez Vázquez creó innovadoras obras tanto públicas como privadas caracterizadas siempre por sus innovadoras soluciones. Un ejemplo de ello son las obras que realizara de 1949 a 1954 en el Comité Federal de Construcción de Escuelas de México, y que fueron desarrolladas a partir de un sistema a base de paneles metálicos ensamblables, que permitieron la construcción de más de 35 mil escuelas en zonas rurales tanto en México como en otros países de Latinoamérica, Italia, India, Filipinas, Tailandia y la antigua Yugoslavia, ya que este programa fue adoptado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
En la década de los cincuenta su trabajo estuvo orientado a la creación de mercados públicos que hoy en día son emblemáticos de la ciudad de México, el de la Lagunilla y Tepito, que realizara en colaboración con los arquitectos Félix Candela y Javier Echevarría. Los 15 mercados que proyectó Ramírez Vázquez para la ciudad de México se caracterizaron por retomar en su diseño las tradiciones mexicanas relacionadas con la compra-venta pública de productos frescos.
Entre 1960 y 1970, el arquitecto Ramírez Vázquez participó activamente en algunas de las edificaciones que hoy en día pueden considerase como emblemáticas de la Ciudad de México, las instalaciones deportivas para la Olimpiada de México 68 (el Palacio de los Deportes, el Gimnasio, la Alberca Olímpica, el Canal de Remo y Canotaje, el Velódromo y la Villa Olímpica); el Estadio Azteca (que realizara en colaboración con el arquitecto Rafael Mijares); el Museo de Arte Moderno y el Museo Nacional de Antropología e Historia, su obra más representativa.
Museo de Antropología
Tanto el Museo de Arte Moderno (1964), como el Museo Nacional de Antropología e Historia (1964) son obras que en su tiempo revelaron innovadoras soluciones arquitectónicas. En el Museo de Arte Moderno, por ejemplo, fue resuelto a partir de una singular estructura helicoidal rodeada de una cubierta de cristal que permite integrar el interior del museo con los jardines, solución que hace del espacio un lugar luminoso y vital.
Estadio Azteca
Por otro lado, el Museo Nacional de Antropología e Historia exhibe un leguaje sobrio y elegante que desde la propia arquitectura habla de la historia antigua del pueblo mexicano. Conformado por un patio central de planta rectangular cubierto por una larga y ligerísima cubierta a manera de paraguas y rodeado por un conjunto de salas de exhibición cerradas hacia el exterior para concentrar toda la atención en el interior y el diseño museográfico.
Basílica de Guadalupe
Otras de sus obras más destacadas son: la nueva Basílica de Guadalupe, el Estadio Cuauhtémoc de la ciudad de Puebla, el Palacio Legislativo de San Lázaro, el Museo Amparo de Puebla, la Capilla de la Virgen de Guadalupe que se ubica dentro de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano; el Museo de las Civilizaciones Negras de Dakar, Senegal, y los edificios gubernamentales de Dodoma, Tanzania.
Estadio Cuauhtémoc de la ciudad de Puebla
Además de su trabajo arquitectónico, Ramírez Vázquez también realizó una importante labor en el ámbito educativo, ya que en 1974, el entonces presidente de México, Luis Echeverría Álvarez, tras decretar la creación de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), nombró al arquitecto Ramírez Vázquez como rector de esta institución universitaria, en la que colaboró hasta 1975. Posteriormente se desempeñó como profesor de la UNAM, institución académica que además le otorgó el Doctorado Honoris Causa.
La obra del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez es sin duda un importante legado artístico y cultural que ha engrandecido la realidad mexicana, no sólo del siglo XX sino de las generaciones futuras, que sin duda también se verán reflejadas en sus muros.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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