El proyecto para el Museo del Agua evoca el agua a través de su ausencia, mientras que da evidencias de su huella como una instancia de evolución.
El elemento local es usado para trazar puentes hacia una sensibilidad natural. El edificio es de 50,000 pies cuadrados (5,000 metros cuadrados) y está organizado en torno a 8 volúmenes grandes, marcados como si fuera por la erosión del agua.
En los espacios intersticiales, los tragaluces con agua en la parte superior generan el efecto de luz cáustica en la plaza, que es un espacio externo del centro de exhibición. La geometría del edificio y el uso de estructuras orgánicas hechas de ladrillo, son una referencia a la construcción tradicional de la zona.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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