En arquitecto de origen español Vicente Guallart, trabaja sobre el concepto de reestructurar la habitabilidad del planeta a partir de integrar el mundo digital con el mundo físico, pudiendo así conectar la escala de la vivienda con la de los barrios y la de las regiones, creando sistemas que sean más autosuficientes. Por su trabajo y pensamiento, Vicente Guallart, es uno de los arquitectos españoles más reconocidos actualmente.
A continuación les presentamos una interesante entrevista, que concediera en el mes de septiembre del 2011 al periódico español El Cultural con motivo de su participación en la 11 Bienal de Arquitectura de Venecia.
-¿Cómo comenzó su carrera?
-Nací en Valencia, pero en el año 83 me fui a Barcelona. Allí nos pilló la crisis del 94 y, con mi mujer, nos embarcamos en una empresa multimedia y estuvimos editando CD-Roms de arquitectura. Casi en paralelo, en el año 98, fundé junto a Willy Möller y Manuel Gausa la asociación civil Metápolis, una red de investigación, difusión y docencia que dió lugar a una exposición y a un importante máster. Después se creó el Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña que actualmente dirijo.
-¿Cuál fue la voluntad de Metápolis?
-En ocasiones hay que producir un cambio del sistema para cambiar la realidad. Barcelona ha tenido siempre una gran tradición de generar pensadores agrupados, como el GATPAC, el grupo R y otros grupos que se organizaron con la intención de compartir ideas con socios internacionales.GATPAC lo asociamos con Le Corbusier, y el grupo R con los arquitectos italianos. En nuestro caso también pasaba esto. Realizamos el diccionario de Metápolis. Era una estrategia para promover un cambio de sistema, intentar impulsar la innovación. La realidad ha sido bastante más dura de lo que pensamos. Lo que es interesante es que ahora la distancia entre la innovación más radical y la realidad es muy pequeña. En los años 60 uno podía ser muy utópico, pero nunca construir lo que decía. Ahora mismo vivimos en una época de cambio.
Adelantarse a la realidad
-¿Vivimos un momento optimista para la arquitectura? ¿Un momento en el que por necesidad va a tener que cambiar?
-Veo que quienes estamos a favor del cambio y la innovación estamos en una posición privilegiada, porque es lo que se requiere ahora. Nuestro instituto se llama Instituto de Arquitectura Avanzada porque tratamos de adelantarnos a la realidad. Uno se adelanta a la realidad cuando detecta las necesidades. Hacer edificios que generen el cien por cien de la energía que consumen, hoy en día se empieza a intuir como una realidad. Seguramente sea una realidad absolutamente estándar dentro de quince años.
-Tengo la convicción de que la arquitectura no va a resolver esto sin una plataforma urbana ordenada.
-Por supuesto. Nosotros realizamos desde la integración de chips hasta el diseño de todo el planeta. Es decir, la idea de la arquitectura multiescalar empieza en una habitación y termina abarcándolo todo. En el ámbito de lo urbano, e incluso de lo económico, también está ocurriendo. Hoy en día lo importante es crear las estructuras para gestionar las redes. Más importante incluso que el contenido es fundamentar la estructura. Hablamos de una estructura funcional. Se trata de trabajar en red. Eso es lo que pretende el Instituto: ser una plataforma de trabajo en red, reconfigurable.
-Y, concretando en la arquitectura, este proceso que está llevando a cabo, ¿qué ejemplos está produciendo?
-De entre mis proyectos, Sociópolis es un ejemplo a destacar. Se han hecho planteamientos muy innovadores en el ámbito de la propia vivienda. Con la idea de que más que arquitectura hay que generar un hábitat. El tema de la Bienal de Venecia de este año es Architecture Beyond Building. La arquitectura no solamente son los edificios, sino lo que haces y generas a su alrededor.
-El proyecto es comparable a una promoción inmobiliaria, ¿cómo afecta, entonces la crisis al sector?
-En este caso, el 70% de vivienda es vivienda protegida. Si la crisis es financiera, se trata de algo superable al ser un problema de la gestión de la compra, más que de la necesidad que exista. Se trata de cuestiones puramente técnicas.
-Es el único español en el Arsenale. ¿Qué va a presentar?
-El comisario ha pedido construir instalaciones. A diferencia de otras bienales en las que se enseñan proyectos, esta vez se da un espacio a cada estudio para construir una instalación con el tema que plantean. Nuestro proyecto tiene varias caras. Construimos literalmente la planta de un edificio de viviendas universitarias para la universidad de Gandía. Es un edificio de viviendas con espacios compartidos. Cada uno de los objetos de la vivienda va a llevar un ordenador, como continuación del trabajo que hicimos en el Media House, una idea de cómo poder organizar el mundo a partir de redes. Lo estudiamos de una manera multiescalar. Hemos desarrollado unas reglas bajo las cuales poder organizar una habitación y, bajo las mismas redes, poder organizar todo el planeta. Se hace una analogía con el sistema informático. Existe un nodo cero, que es un ordenador, un cable que lo conecta y un entorno en el que todo esto ocurre. Hemos tratado de comprender todas las funciones que puede asumir una ciudad y cómo en realidad estas cosas pueden desarrollarse a todas las escalas, de la menor a la mayor.
-Compartir bienes, servicios, energía, incluso estructuras. Pero, ¿y el espacio? ¿Cómo entra dentro de ese sistema?
-Cuando hicimos el estudio de las viviendas con espacios compartidos vimos que en realidad uno hace tabiques en los edificios para controlar tres niveles: la visión, el olfato y el oído. El turismo, por ejemplo, es un mal formato para compartir el espacio. Yo estoy absolutamente en contra de la ciudad como franquicia. La metápolis es una metrópolis descontinua, y ¿cómo se salvan las distancias? Con la alta velocidad que hace que te puedas mover rápidamente en un tren o en avión. El AVE, hace posible que las mujeres de Madrid vengan de compras a Barcelona.
Una vuelta a lo local
-Entonces, ¿esa conexión espacial se va a producir gracias a la aplicación de transportes de última generación?
-Esa es una buena respuesta. Por eso los aeropuertos son cada vez menos importantes. No-lugares casi genéricos. Nosotros defendemos una sociedad tecno-agrícola. Una vuelta a la tierra, el poder vivir de forma local a una velocidad muy lenta y, al mismo tiempo, poder tener la capacidad de trabajar con cualquier lugar del mundo a través de videoconferencias. Una sociedad muy tecnificada sólo tiene sentido si volvemos a la tierra. Cuando una ciudad no puede asumir las mejores condiciones de vida o las mejores innovaciones a nivel funcional, entra en decadencia.
-Entonces, ¿sigue confiando en que la ciudad tal y como la concebimos hoy tiene solución?
-Yo creo que sí. Lo importante de una ciudad es que sepa transformarse. Cuando una ciudad no es capaz de asumir una Universidad y debe construirse un campus alejado de ella, es que vamos mal. Las ciudades deben saber transformarse, crecer hacia arriba y hacia abajo. ¿ Qué tanto por ciento de su belleza estaría dispuesta a perder Barcelona a cambio de absorber nuevos usos, nuevas ideas y más eficaces? La ciudad nos gusta por una cuestión de belleza, estética o tradición, más que por ser eficaz.
-Hoy las ciudades están gobernadas por una amalgama de poderes incontrolable. ¿Sigue confiando en que desde el mundo de las ideas y acciones muy puntuales esto se puede cambiar?
-Absolutamente. En Sociópolis vamos a hacer una web del barrio que pretende auto-organizar ciertas relaciones sociales que se pudieran producir de forma normal. El hecho de poner información en el sistema te permite saber qué persona mayor del barrio puede cuidar a tu hijo, qué niños juegan al mismo deporte, quién tiene el libro que quieres leer y te lo puede dejar, quién te puede dejar una sierra si tú no tienes… Todo esto genera sociabilidad.
-¿Eso puede convivir con un tejido gangrenado de ciudad? Al fin y al cabo, se están creando supra-comunidades de élite urbana, que tienen el privilegio de vivir en Sociópolis, para que convivan con otras comunidades.
-Curiosamente el mundo de las redes es el que más puede ayudar a la transformación con un menor impacto físico. Arquitectónicamente, quizá esta solución no sea la mejor. Quizá habría que demoler estos tejidos urbanos corruptos y hacerlos nuevos. Hemos cedido demasiado poder a otros y eso ha hecho perder eficacia al sistema. El sistema de lo público se retro-alimenta sin saber muy bien por qué. Otras decisiones son de orden superior. Es el ejemplo de la fórmula uno en Valencia, del barrio 22@ en Barcelona o en Madrid el cubrir la M-30.
-Eso son tres ejemplos claros presididos por poderes muy activos.
-Yo soy arquitecto y no político, trabajo haciendo proyectos. Pero, o confío en decisiones muy presidencialistas que producen cambio de escala o confío absolutamente en las relaciones urbanas. En Valencia, por ejemplo, Las Fallas se producen de forma auto-organizada. Estos formatos donde la sociedad civil reconecta y hace cosas en común son los métodos de liderazgo adecuados para las ciudades.
El poder de la información
-¿Cómo lo llevan a la práctica?
-En nuestro caso hemos generado estructuras que perfectamente podrían ser públicas, pero que no lo son porque están lideradas desde la sociedad civil. El Instituto de Arquitectura Avanzada de Barcelona ahora mismo sería un ejemplo de agrupación de personas con un propósito común. Es una visión de que para crear un país más consistente, debemos tener socios en el mundo que piensen que tenemos una cierta centralidad. En el mundo de las redes triunfa el que consigue que pase más información por su casa. Por eso nuestra asociación publica libros, generamos conocimiento. Antes era más rico el que escondía la información. Nosotros pretendemos generar riqueza, dando información.
-Teniendo estos objetivos de escala urbana, se presenta en Venecia con una instalación. ¿Qué capacidad tiene el arte, o una instalación, para contar todo su mundo?
-Realmente las capacidades son muy limitadas. Casi tan limitadas como la propia arquitectura. La vivienda, la arquitectura, sería el interface, la conexión, que tienen las personas para relacionarse con el mundo. Lo que hacemos nosotros en la bienal es una especie de teclado con forma de casa. Cada vez que se toque algo, que se interaccione, se está conectando con una red del mundo. Nuestra instalación tiene un lugar físico y un espacio web donde pretendemos digitalizar el mundo, dar de alta el mundo físico en internet y comenzar a plantear relaciones y sinergias inesperadas. En vez de presentar cómo imaginamos el mundo, creamos una plataforma para que la gente nos diga cómo se lo imaginan.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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