La arquitectura constantemente nos sorprende. Ya nos hemos acostumbrado a ver construcciones que cuentan historias a través de formas y lenguajes dinámicos y orgánicos, que nos contextualizan en un espacio tan contemporáneo como imposible.
Henhouse es un ejemplo de este, digamos, nuevo discurso arquitectónico que, además de su estética, presenta otras características interesantes para la disciplina en la actualidad: es un proyecto que carece de un plan maestro y es un espacio no dirigido al humano, dos premisas que la vieja arquitectura no concebía.
El arquitecto sueco Torsten Ottesjö comanda este diseño, un gallinero con capacidad para albergar una docena de pollos, donde lo complejo es la principal particularidad: se sitúa en un terreno desigual, lleno de pendientes y rocas; su forma se compone de una curva que se inspira en el ala de una gallina que protege a sus crías; su estructura es totalmente improvisada, a base de acero y madera -el acero junto con las rocas de alrededor, gracias a un efecto visual, dan la sensación de que el gallinero se encuentra flotando-. Con un estilo arquitectónico poco convencional y con una construcción poco viable, Henhouse rompe con los parámetros a seguir dentro de la arquitectura, pero ofrece un punto de vista fresco que oscila entre lo funcional y lo artístico.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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