Oculto dentro de un bloque tradicional de viviendas, la nueva ampliación del Museo de Fotografía de Charleroi echa raíces en el huerto de un antiguo convento carmelita. El edificio se encuentra dentro del recinto del convento, ocultando un gran jardín que cuenta con varios árboles registrados en el Inventario del Patrimonio.
Desde el exterior, el nuevo edificio parece un llamado a los alrededores, su sucesión de huecos crea líneas de visión o fondos de una escenografía espacial. Las formas múltiples en el primer plano pasan a ser significativas ya que se relacionan con su contexto.
El paseo interior atrapa esta experimentación exterior y le da la forma de múltiples miradas. Cada lugar constituye tanto una sala específica y una antecámara a los siguientes, como una especie de “espacio entremedio” o “intermedio”. La transformación del convento en un museo de fotografía fue un proceso inverso en las lógicas existentes en el edificio.
Un lugar donde mirar el mundo estaba prohibido por motivos religiosos, se convirtió en un lugar de revelación de la imagen por razones sociales. Su extensión desafía la lógica convencional de museo al multiplicar las relaciones con la fotografía, su historia y sus múltiples facetas de la representación.
La construcción de la viga en voladizo es un estreno en Europa: su apoyo se garantiza con el uso de paneles de madera laminada. El uso de la madera es el resultado de la experiencia del grupo Weinand que son expertos en el campo de las estructuras innovadoras de madera. Yves Weinand es profesor de la EPFL en Lausanne y aporta un know-how internacional al proyecto.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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