Como parte integrante del parque Bicentenario en la ribera sur del río Mapocho, el Restaurante Mestizo se incorpora a su paisaje y geografía. La correspondencia entre arquitectura y escultura se manifiesta a través de grandes espacios y la fluidez entre el suelo y la cubierta que se apoya en irregulares columnas de piedra.
odo estaba pensado para crear un pabellón de extrañamiento, una Folie como aquellos que aparecen de improviso en los parques históricos: el pabellón chino, el japonés, el griego, o el pabellón de los pájaros.
El edificio se proyectó de arriba hacia abajo como una piezas colgante. Se suspendieron unas vigas maestras de hormigón armado —asociadas a losas del mismo material en bruto pintado negro— produciendo una pérgola a modo de un cielo falso sobre el pedazo de parque asignado al proyecto. Desde estas vigas proyectamos hacia abajo apoyos o paletas que debían posarse casualmente descalzadas sobre piezas de granito de distintos tamaños y pesos, apenas intervenidas.
Estas piedras fueron transportadas desde una cantera y colocadas estratégicamente como columnas estructurales a distancias de hasta 11 m entre ellas. Montadas sobre simples poyos en un terreno de relleno, reciben sólo las cargas verticales de compresión del edificio, ya que la rigidez de la estructura de cielo antes descrita traslada las fuerzas dinámicas del sismo hacia los muros de contención posteriores y hacia el muro de la fachada anterior del pabellón en uno de sus extremos.
Este artilugio evita los esfuerzos de corte sobre las piedras. La baja altura del cielo (242 cm) aumenta el efecto de compresión buscado, más aún cuando las caras superior e inferior de los granitos han sido hermanadas con cortes planos.
La marca del moldaje en bruto sobre las estructuras de hormigón tapa los descalces y desaplomes de la construcción, que se asume como si fuera parte de una obra gruesa quizá más antigua.
El color negro sirve para apaciguar la luz interior y produce un marco de referencia que permite incorporar los jardines de agua cercanos y el parque en general al interior de un recinto de extrema permeabilidad.



odo estaba pensado para crear un pabellón de extrañamiento, una Folie como aquellos que aparecen de improviso en los parques históricos: el pabellón chino, el japonés, el griego, o el pabellón de los pájaros.
El edificio se proyectó de arriba hacia abajo como una piezas colgante. Se suspendieron unas vigas maestras de hormigón armado —asociadas a losas del mismo material en bruto pintado negro— produciendo una pérgola a modo de un cielo falso sobre el pedazo de parque asignado al proyecto. Desde estas vigas proyectamos hacia abajo apoyos o paletas que debían posarse casualmente descalzadas sobre piezas de granito de distintos tamaños y pesos, apenas intervenidas.
Estas piedras fueron transportadas desde una cantera y colocadas estratégicamente como columnas estructurales a distancias de hasta 11 m entre ellas. Montadas sobre simples poyos en un terreno de relleno, reciben sólo las cargas verticales de compresión del edificio, ya que la rigidez de la estructura de cielo antes descrita traslada las fuerzas dinámicas del sismo hacia los muros de contención posteriores y hacia el muro de la fachada anterior del pabellón en uno de sus extremos.
Este artilugio evita los esfuerzos de corte sobre las piedras. La baja altura del cielo (242 cm) aumenta el efecto de compresión buscado, más aún cuando las caras superior e inferior de los granitos han sido hermanadas con cortes planos.
La marca del moldaje en bruto sobre las estructuras de hormigón tapa los descalces y desaplomes de la construcción, que se asume como si fuera parte de una obra gruesa quizá más antigua.
El color negro sirve para apaciguar la luz interior y produce un marco de referencia que permite incorporar los jardines de agua cercanos y el parque en general al interior de un recinto de extrema permeabilidad.
Por iiaquitectos y arq.com.mx
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