Reafirmando el protagonismo del Palacio neoclásico que alberga la sede del presidente de la República de Chile, este contenedor cultural se construyó en el subsuelo de la nueva plaza, evitando cualquier competencia con el edificio histórico precedente.
La estrategia del proyecto se inspiró en la lógica de lo patios que caracterizan al Palacio del siglo XVIII, atendiendo que el Centro Cultural se constituyó, por su proximidad y carácter, en una ampliación de este. Los patios hundidos, construidos a ambos costados de la terraza urbana y que anticipan la presencia del espacio cultural, se relacionan con las calles aledañas a través de rampas y escaleras que extienden la vida citadina hasta el interior del Centro.
Estos paseos de acceso están animados por el agua que se derrama por el muro lateral la que además sirve de refrigeración al complejo sistema de aire interior. El nivel de acceso, a 6,5 mts. de profundidad, reafirma la vocación de espacio público del Centro Cultural.
Allí se desarrollan las actividades comerciales y servicios complementarios, acogiendo el libre tránsito de los visitantes. Una privilegiada situación de dominio desde este nivel nos permite recorrer con la vista el patio central que articula las distintas salas de exposición.
Una rampa relaciona ambos niveles y se yergue como protagonista del espacio, extendiendo las veredas urbanas hasta el nivel más profundo del Centro. La vegetación junto a la luz natural que se cuela por las losas de cristal dispuestas entre vigas del cielo, confieren al lugar una atmósfera tal, que desvincula completamente al visitante de la percepción subterránea del espacio.
El patio central está conformado por las salas de exposición ubicadas al oriente y al poniente del Centro. Estas salas, atendiendo el carácter plurifuncional del Centro Cultural, se han considerado como contenedores neutros capaz de adaptarse a diferentes tipos de solicitación.
Hacia el norte y ligeramente retirado del muro de contención que sostiene el Palacio un pequeño pabellón alberga el Centro de Documentación de las Artes. Hacia el sur y tras el muro quebrado que antecede la rampa, se desarrollan dos niveles de programa: por una parte en el nivel más bajo, una sala angosta y extensa acoge otro espacio propicio para la exhibición.
La estrategia del proyecto se inspiró en la lógica de lo patios que caracterizan al Palacio del siglo XVIII, atendiendo que el Centro Cultural se constituyó, por su proximidad y carácter, en una ampliación de este. Los patios hundidos, construidos a ambos costados de la terraza urbana y que anticipan la presencia del espacio cultural, se relacionan con las calles aledañas a través de rampas y escaleras que extienden la vida citadina hasta el interior del Centro.
Estos paseos de acceso están animados por el agua que se derrama por el muro lateral la que además sirve de refrigeración al complejo sistema de aire interior. El nivel de acceso, a 6,5 mts. de profundidad, reafirma la vocación de espacio público del Centro Cultural.
Allí se desarrollan las actividades comerciales y servicios complementarios, acogiendo el libre tránsito de los visitantes. Una privilegiada situación de dominio desde este nivel nos permite recorrer con la vista el patio central que articula las distintas salas de exposición.
Una rampa relaciona ambos niveles y se yergue como protagonista del espacio, extendiendo las veredas urbanas hasta el nivel más profundo del Centro. La vegetación junto a la luz natural que se cuela por las losas de cristal dispuestas entre vigas del cielo, confieren al lugar una atmósfera tal, que desvincula completamente al visitante de la percepción subterránea del espacio.
El patio central está conformado por las salas de exposición ubicadas al oriente y al poniente del Centro. Estas salas, atendiendo el carácter plurifuncional del Centro Cultural, se han considerado como contenedores neutros capaz de adaptarse a diferentes tipos de solicitación.
Hacia el norte y ligeramente retirado del muro de contención que sostiene el Palacio un pequeño pabellón alberga el Centro de Documentación de las Artes. Hacia el sur y tras el muro quebrado que antecede la rampa, se desarrollan dos niveles de programa: por una parte en el nivel más bajo, una sala angosta y extensa acoge otro espacio propicio para la exhibición.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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