El pintor y escultor estadounidense Frank Stella y el arquitecto valenciano Santiago Calatrava han fusionado su arte en una obra monumental, en forma de toroide, en la que un mural de 30 metros de largo, pintado por ambos lados, se convierte en escultura y arquitectura.
En la misma se fusionan la obra más grande del artista estadounidense, un mural de lona de 30 metros de largo y seis de alto, y de una tonelada de peso, con una estructura en forma de escultura de acero del arquitecto valenciano, diseñada con forma de toroide, que hace que la obra «no tenga ni principio ni fin».
La pieza, de gran impacto visual, estuvo el pasado año expuesta en la Nueva Galería Nacional de Berlín, pero suspendida en el aire y toda cerrada. Ahora, y debido a las dimensiones de la sala en la que se expone (Museo Pablo Serrano), se muestra ligeramente abierta por un lado para que el visitante pueda penetrar en ella, cuyo interior parece «una capilla que te envuelve».
El mural pintado por Stella durante seis años está basado en la novela «Michael Kohlhaas» del escritor alemán Heinrich von Kleist. Una obra plana que, con la colaboración de Calatrava, se ha convertido en una escultura, y a la vez en una pieza arquitectónica que, aunque parece muy simple, tiene una complejidad enorme, ha señalado la comisaria. Para su ubicación se han necesitado dos semanas y el trabajo de treinta personas.
El resultado es una única instalación, de una dimensión enorme, y en la que se ensalza el diálogo y la simbiosis que existe entre los dos artistas, que, según la comisaria, son «superindependientes» y es la primera vez que colaboran con alguien.



En la misma se fusionan la obra más grande del artista estadounidense, un mural de lona de 30 metros de largo y seis de alto, y de una tonelada de peso, con una estructura en forma de escultura de acero del arquitecto valenciano, diseñada con forma de toroide, que hace que la obra «no tenga ni principio ni fin».
La pieza, de gran impacto visual, estuvo el pasado año expuesta en la Nueva Galería Nacional de Berlín, pero suspendida en el aire y toda cerrada. Ahora, y debido a las dimensiones de la sala en la que se expone (Museo Pablo Serrano), se muestra ligeramente abierta por un lado para que el visitante pueda penetrar en ella, cuyo interior parece «una capilla que te envuelve».
El mural pintado por Stella durante seis años está basado en la novela «Michael Kohlhaas» del escritor alemán Heinrich von Kleist. Una obra plana que, con la colaboración de Calatrava, se ha convertido en una escultura, y a la vez en una pieza arquitectónica que, aunque parece muy simple, tiene una complejidad enorme, ha señalado la comisaria. Para su ubicación se han necesitado dos semanas y el trabajo de treinta personas.
El resultado es una única instalación, de una dimensión enorme, y en la que se ensalza el diálogo y la simbiosis que existe entre los dos artistas, que, según la comisaria, son «superindependientes» y es la primera vez que colaboran con alguien.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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