Se propuso una estación que pretendía ser una estación terminal real. Por lo tanto, no es un lugar de paso, sino un lugar donde los pasajeros cambian su velocidad de movimiento. En este lugar, la ciudad de Huelva, se introduce a los viajeros y los ve fuera. Por esta razón no se propuso un simple paradero en el que se bajara de un tren que continúa su viaje, sino más bien una estación terminal que tiene que ser el fin y el comienzo de todos los viajes.
Se propuso, con todas las consecuencias, un nuevo desarrollo urbano en un lugar único que contribuye a la creación de un crecimiento urbano de alta calidad en la ciudad de Huelva.
Tal vez la locución Latina “Tabula Rasa” resume mejor el concepto dual del proyecto.
Por un lado, el primer significado es sinónimo de la vigilancia y al mismo tiempo para el comienzo. Esta acción gestual liberó a los diseñadores de viejos prejuicios, permitiéndoles comenzar el dibujo de un nuevo concepto o la narración de un nuevo tiempo.
Abrumado el arquitecto por tantas arquitecturas superfluas y excesivas hechas de arcos arrogantes con curvas extravagantes y con mucha semiótica de los atributos del poder, propusieron un gesto elemental arquitectónico, un plano, un techo, un tablero. Esto es “Tabula Rasa”.
Es un simple plano, un techo democrático para recibir, proteger y dar sombra. Se trata de una arquitectura de arquitrabe de líneas rectas que se sitúan en suelos pantanosos con tierra firme a una profundidad de 35m y con la técnica de lógica fundamental de usar el mínimo número de apoyos posibles.
Se propuso, con todas las consecuencias, un nuevo desarrollo urbano en un lugar único que contribuye a la creación de un crecimiento urbano de alta calidad en la ciudad de Huelva.
Tal vez la locución Latina “Tabula Rasa” resume mejor el concepto dual del proyecto.
Por un lado, el primer significado es sinónimo de la vigilancia y al mismo tiempo para el comienzo. Esta acción gestual liberó a los diseñadores de viejos prejuicios, permitiéndoles comenzar el dibujo de un nuevo concepto o la narración de un nuevo tiempo.
Abrumado el arquitecto por tantas arquitecturas superfluas y excesivas hechas de arcos arrogantes con curvas extravagantes y con mucha semiótica de los atributos del poder, propusieron un gesto elemental arquitectónico, un plano, un techo, un tablero. Esto es “Tabula Rasa”.
Es un simple plano, un techo democrático para recibir, proteger y dar sombra. Se trata de una arquitectura de arquitrabe de líneas rectas que se sitúan en suelos pantanosos con tierra firme a una profundidad de 35m y con la técnica de lógica fundamental de usar el mínimo número de apoyos posibles.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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