A pesar de la enorme variedad de materiales para la industria de la construcción que hoy en día se encuentran disponibles en el mercado, los arquitectos contemporáneos utilizan materiales no convencionales, considerados de desecho, para desarrollar espectaculares estructuras, uno de ellos son los contenedores, material que ofrece un infinito potencial de soluciones arquitectónicas, así como nuevos parámetros de relación entre el individuo, el edificio y su entorno.
Las características geográficas del entorno, los materiales propios de cada región y los procedimientos y técnicas constructivas inherentes a cada uno de ellos, han sido, en gran medida, lo que ha determinado la arquitectura a lo largo de la historia.
En la actualidad existen infinidad de materiales para la construcción, que van de los materiales tradicionales (piedra, madera, fibras naturales, etc.) y de fabricación artesanal (tabique, ladrillos, adobe, etc.), a los materiales más sofisticados.
No obstante, la diversidad de materiales con que cuentan los arquitectos contemporáneos, al igual que en épocas pasadas, se han servido de los recursos que tienen disponibles a la mano, un ejemplo son los materiales de desecho, siendo uno de los más utilizados los contenedores que se producen masivamente para los sistemas actuales de transporte.
Las ventajas que plantea el uso de los contenedores sobre los materiales convencionales son tres: la primera es que por ser un material de desecho, su venden a muy bajo costo. La segunda es que su función original implica que sean materiales de alta resistencia, tanto a nivel estructural como frente a los factores climáticos. La tercera es que su estructura modular permite una construcción más rápida y sencilla, debido a que su montaje se lleva a cabo, fundamentalmente, mediante ensamblaje.
Una de las firmas de arquitectura que durante varios años ha utilizado los contenedores como materia prima es LOT-EK.
Uno de sus más recientes proyectos, el Proyecto de Arte Público Anyang/Escuela Abierta (APAP Open School), ubicado en el borde del río Ayang, en Corea del sur, evidencia cómo un material de desecho puede utilizarse como un bloque constructivo con el que se pueden generar obras de extraordinaria estética y calidad.
El edificio es un espacio abierto para albergar una escuela abierta de arte, en la que los usuarios que asistan al curso APAP2010, no sólo serán visitantes sino espectadores y artistas a la vez.
Ubicada estratégicamente sobre un cruce peatonal, que une el parque Hakwoon mediante unas escaleras y un camino de piedra, la APAP Open School, además de su función original, sirve como puente de unión entre los barrios situados en los extremos del río.
Un total de ocho contenedores de transporte marítimo organizan el espacio en tres niveles: En la planta baja, ubicada al nivel de la calle, la estructura se convierte en un anfiteatro, cuya gradería fue resuelta aprovechando la pendiente del terreno. La parte baja del anfiteatro se conecta a una escalera que recorre los diferentes niveles del edificio. En la parte superior del anfiteatro, se encuentra una mega-pantalla en donde se proyectará el contenido de las diversas exposiciones.
El primer nivel, ubicado a tres metros de altura sobre el nivel de la calle, alberga un espacio de usos múltiples, que puede funcionar como sala de actos; un área de exposición, talleres y dos estudios para artistas.
En el segundo nivel, que tiene aspecto de trampolín, hay una terraza- mirador desde donde se puede tener una vista panorámica del río.
El tratamiento gráfico de la fachada, pintada de color amarillo y decorada con letras negras, además de que remite a los señalamientos urbanos, hace que la fachada sea visible tanto para los conductores como para los transeúntes. Así también, los colores, tienen una función alegórica, ya que la estructura se puede leer como un gran símbolo o “señalamiento” urbano.
Con este proyecto, LOT-EK nos hace ver cómo este material ofrece un infinito potencial de soluciones arquitectónicas, así como nuevos parámetros de relación entre el individuo, el edificio y su entorno.
Las características geográficas del entorno, los materiales propios de cada región y los procedimientos y técnicas constructivas inherentes a cada uno de ellos, han sido, en gran medida, lo que ha determinado la arquitectura a lo largo de la historia.
En la actualidad existen infinidad de materiales para la construcción, que van de los materiales tradicionales (piedra, madera, fibras naturales, etc.) y de fabricación artesanal (tabique, ladrillos, adobe, etc.), a los materiales más sofisticados.
No obstante, la diversidad de materiales con que cuentan los arquitectos contemporáneos, al igual que en épocas pasadas, se han servido de los recursos que tienen disponibles a la mano, un ejemplo son los materiales de desecho, siendo uno de los más utilizados los contenedores que se producen masivamente para los sistemas actuales de transporte.
Las ventajas que plantea el uso de los contenedores sobre los materiales convencionales son tres: la primera es que por ser un material de desecho, su venden a muy bajo costo. La segunda es que su función original implica que sean materiales de alta resistencia, tanto a nivel estructural como frente a los factores climáticos. La tercera es que su estructura modular permite una construcción más rápida y sencilla, debido a que su montaje se lleva a cabo, fundamentalmente, mediante ensamblaje.
Una de las firmas de arquitectura que durante varios años ha utilizado los contenedores como materia prima es LOT-EK.
Uno de sus más recientes proyectos, el Proyecto de Arte Público Anyang/Escuela Abierta (APAP Open School), ubicado en el borde del río Ayang, en Corea del sur, evidencia cómo un material de desecho puede utilizarse como un bloque constructivo con el que se pueden generar obras de extraordinaria estética y calidad.
El edificio es un espacio abierto para albergar una escuela abierta de arte, en la que los usuarios que asistan al curso APAP2010, no sólo serán visitantes sino espectadores y artistas a la vez.
Ubicada estratégicamente sobre un cruce peatonal, que une el parque Hakwoon mediante unas escaleras y un camino de piedra, la APAP Open School, además de su función original, sirve como puente de unión entre los barrios situados en los extremos del río.
Un total de ocho contenedores de transporte marítimo organizan el espacio en tres niveles: En la planta baja, ubicada al nivel de la calle, la estructura se convierte en un anfiteatro, cuya gradería fue resuelta aprovechando la pendiente del terreno. La parte baja del anfiteatro se conecta a una escalera que recorre los diferentes niveles del edificio. En la parte superior del anfiteatro, se encuentra una mega-pantalla en donde se proyectará el contenido de las diversas exposiciones.
El primer nivel, ubicado a tres metros de altura sobre el nivel de la calle, alberga un espacio de usos múltiples, que puede funcionar como sala de actos; un área de exposición, talleres y dos estudios para artistas.
En el segundo nivel, que tiene aspecto de trampolín, hay una terraza- mirador desde donde se puede tener una vista panorámica del río.
El tratamiento gráfico de la fachada, pintada de color amarillo y decorada con letras negras, además de que remite a los señalamientos urbanos, hace que la fachada sea visible tanto para los conductores como para los transeúntes. Así también, los colores, tienen una función alegórica, ya que la estructura se puede leer como un gran símbolo o “señalamiento” urbano.
Con este proyecto, LOT-EK nos hace ver cómo este material ofrece un infinito potencial de soluciones arquitectónicas, así como nuevos parámetros de relación entre el individuo, el edificio y su entorno.
Por Arq.com.mx
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