En un desordenado sector de Ciudad de México, sobre la Avenida Insurgentes, Julio Amezcua y Francisco Pardo, titulares del estudio AT-103, junto con Bernardo Gómez Pimienta y Hugo Sánchez, proyectaron la estación de bomberos Ave Fénix en un terreno que había quedado vacante después de que –justamente– un incendio destruyera las construcciones preexistentes.
Avenida Insurgentes forma parte de la compleja red de vías de tránsito rápido que cruzan y fraccionan la planta de la ciudad, y que aun así, no parecen dar abasto al difícil tránsito mexicano. El área donde se ubica el terreno no solo no tiene piezas de interés arquitectónico, sino que es lo suficientemente desprolija como para que el proyecto de la estación de bomberos se les haya presentado a Amezcua y Pardo como una oportunidad para introducir un elemento que señale una cierta dirección destinada a poner orden en el desarticulado paisaje de Insurgentes. Y eso es el proyecto de Ave Fénix, una fachada técnica, silenciosa y ordenada, una sencilla caja cromada que flota sobre la vereda y contiene un edificio inteligentemente resuelto.
Los proyectistas, que obtuvieron el primer premio en un concurso convocado por invitación, sacan rédito de las condiciones del terreno, ancho y poco profundo , dividiendo el programa en dos partes. Por un lado, la playa de vehículos, que ocupa toda la planta baja, y por el otro, el resto del edificio, proyectado en forma de dos naves estrechas.
Las naves, de tres pisos, se disponen paralelas al lado largo del terreno, una sobre la calle y la otra recostada sobre el fondo, conformando un espacio vacío y diseñado como un patio cubierto .
Ambas partes del proyecto aparecen claramente expresadas en la fachada. Mientras que la planta baja es una larga ranura que corre a todo lo largo del terreno, los pisos altos están cubiertos por una cortina homogénea, construida con placas de metal suavemente plateado, que reduce drásticamente la expresividad del edificio.
La efectividad de la fachada de Ave Fénix es resultado de, por lo menos, dos aspectos acertados. La seca geometría modular y la tersura metálica de la placa de la fachada garantizan el efecto de orden en el desorden de Insurgentes y ponen en acto la representación de la estación de bomberos: la exposición de los refulgentes camiones y autobombas rojo fuego y los entrenamientos del cuerpo de bomberos, que vienen a ser la expresión más neta de la pauta programática del proyecto. La ranura de la planta baja pone en contacto calle y edificio , ampliando y redefiniendo el espacio público. La placa lisa y sin sombras de la fachada acentúa la profundidad de la playa de vehículos, iluminada por perforaciones que atraviesan el edificio.
El patio se pone en funcionamiento a partir del primer piso. Una losa perforada , que parece flotar sobre la planta baja gracias a un tajo que la separa del cuerpo ubicado sobre la calle, desplaza el piso del patio al primer nivel, y una segunda losa, a la altura del tercer piso, lo cubre. Las dos losas tienen perforaciones que se repiten superpuestas, unas figuras tensionadas, que se intersectan con la proyección vertical de la fachada. Las intersecciones quedan señaladas por dos delgadas bandas de vidrio , que seccionan la placa metálica sin perturbar el módulo constructivo. Todo el edificio está proyectado sobre una severa grilla geométrica que permite dimensionar las partes, resolver los aspectos constructivos e incluso, definir la modalidad expresiva. Las perforaciones duplicadas y desplazadas, tanto en sentido horizontal como vertical, funcionan como las piezas que organizan las plantas , y al mismo tiempo, diversifican el aspecto de la estación. Una de las perforaciones queda vacía, vincula intensamente la playa y el patio, y lleva luz y aire al edificio. La otra se transforma en el dispositivo más determinante y diferente que cualquier otra cosa de Ave Fénix. Es una piel roja de metal y cristal que delinea el contorno de la perforación y construye una burbuja color fuego que contiene el aparato circulatorio del proyecto, las escaleras y pasarelas que comunican los cuatro niveles y los dos cuerpos del edificio. La burbuja roja recalifica, distorsiona y también pone en valor el esmerado orden proyectual del edificio.
Por sobre la playa de vehículos, en el cuerpo ubicado sobre la calle, se encuentran el estar, el comedor y la cocina de los bomberos en el primer nivel, y los dormitorios y el gimnasio, en los niveles segundo y tercero. En el cuerpo posterior, recostado sobre el fondo del terreno están la biblioteca –la bomberoteca –, las aulas, un auditorio que toma dos niveles y una cancha polideportiva, repartidos entre el primer y el tercer piso.
En el primer piso, el patio liga ambos cuerpos y funciona como un espacio de significación cívica, y en el último, la tapa de la terraza restituye la unidad del edificio y permite la instalación del helipuerto. Sobre el lado corto, y enfrentado a la burbuja roja, el cuerpo de escaleras secundarias está apoyado sobre la medianera y tapado por una cortina de placas que retoma el motivo de la grilla modular de la fachada sobre Insurgentes; la misma grilla que modula las otras dos fachadas interiores que abren al patio.
La biblioteca, las aulas y la cancha están cerradas con tres planos de cristal transparente que se van retranqueando hacia la planta baja, favoreciendo las condiciones programáticas desarrolladas en cada piso. En cambio, y subrayando el carácter más privado, el cuerpo de dormitorios está cubierto con un gran plano de cristal translucido que ilumina los interiores, pero preserva la visión directa hacia los espacios más íntimos. De alguna manera, esta fachada viene a reproducir las mismas condiciones neutralizadas de la fachada hacia la calle.
Y si en la fachada sobre Insurgentes la placa lisa aparece seccionada por bandas de vidrio, la placa translucida de los dormitorios está salpicada por las estrechas plataformas metálicas con los caños por los cuales se deslizan los bomberos en emergencias.
Ave Fénix se inserta muy bien en el tejido urbano y, sin hacer una crítica declamatoria sobre los problemas de la ciudad, apunta a mejorar las específicas condiciones del sitio. Proyecto y tecnología responden de manera operativa a las condiciones programáticas, y ciertamente, los accesorios rojos, los vehículos expuestos y la burbuja de vidrio, fijan en Ave Fénix una imagen novedosa, pero al mismo tiempo inconfundible, de estación de bomberos.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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