
Su solución formal recuerda en algún modo a los edificios de Zaha Hadid y Laura Spinadel, proyectados para el Campus de la Universidad de Economía y Negocios de Viena (ver ARQ del 3 de marzo de 2009). El F.I.L.T.R.O. fue pensado más bien como un ejercicio pedagógico. Se trata de una estructura con una volumetría prismática horizonta l cuyo acceso en planta baja mira al Riachuelo y permite atravesarlo mediante un puente peatonal. Ubicado sobre la curva natural del Riachuelo y a metros del viejo puente Nicolás Avellaneda, el edificio se completa con un parque costero y recreativo, cubriendo un área de 4.700 metros cuadrados.
Entre los espacios proyectados se destaca un área técnica de 2.000 metros cuadradas, dedicada al tratamiento de aguas e investigación científica.
¿Pero por qué F.I.L.T.R.O.? Marcelo Pedemonte lo explica: “La sigla identifica a una imaginaria Fundación Para la Investigación, Logística y Tratamiento cuya misión sería plantear estrategias para resolver el problema de la contaminación”.
La materialidad edilicia intentó por un lado mostrar las nuevas tecnologías aplicadas al acero, ofreciéndole una nueva imagen mucho más expresiva, liviana y resistente.
Por otro, evidenciar la importancia del reciclado y la sustentabilidad. Por ejemplo, para la piel del edificio se reutilizarían chapones de viejos barcos recuperados de las profundidades.
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