Un estudio de la Universidad Politécnica de Valencia demuestra que el “blanco” ya no es el color oficial de la arquitectura moderna.
Aunque el blanco sigue siendo un color fundamental en la arquitectura contemporánea, un estudio de investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) demuestra que los colores juegan un papel importante en la nueva arquitectura, logrando gracias a su uso que las construcciones se transformen, se fragmenten, adquieren movimiento y novedad, cambiando su apariencia y percepción de un mismo edificio de una manera diferente. Hasta hace unos años La arquitectura moderna se ha identificado erróneamente con el uso exclusivo del blanco, pero en las últimas décadas se ha reintroducido el color en el diseño arquitectónico y ha resultado un medio muy útil para expresar la versatilidad, el cambio, la falta de permanencia, la adaptación a las nuevas necesidades.
Juan Serra, profesor del Instituto de Restauración del Patrimonio de la UPV y sus compañeros del Grupo de Investigación del Color, han analizado la obra de una docena de arquitectos de los siglos XX y XXI, y han llegado a la conclusión de que hay cuatro conceptos que se pueden asociar con la versatilidad cromática: la transformación, la fragmentación, el movimiento y la novedad.
La transformación: El uso de paneles móviles, como en el caso de la Torre Agbar de Barcelona (Jean Nouvel); de paneles que se iluminan independientemente (el estadio Alianz Arena de Múnich, de Herzog & de Meuron), o de materiales que por si mismo tienen distintas tonalidades como el acero corten de Caixa Forum de Madrid, consiguen variar el ángulo e intensidad de la luz, así como lograr una transformación constante a lo largo del día
La ruptura, movimiento y novedad de la integridad arquitectónica: Los colores actúan como un código que informa al observador de que cada fragmento tiene un uso o un sistema constructivo diferente, como en el Mirador de Sanchinarro, en Madrid, del estudio holandés MVRDV y Blanca Lleó.
El movimiento: Puede ser que los propios colores tengan movimiento (Times Square en Nueva York o Picaddilly Circus en Londres (Reino Unido), o que sean estáticos pero que la percepción nos produzca movimiento como nueva terminal T4 del aeropuerto de Barajas, en Madrid, de R. Rogers y Lamela.
La novedad que aportan las aplicaciones informáticas: Gracias al uso de las imágenes digitales y el propio concepto de pixel a los edificios mediante un proceso de abstracción, como en la cubierta del Mercado de Santa Caterina de Barcelona, de Enric Miralles y Benedetta Tagliabue, o el MUSAC de León de Emilio Tuñón Álvarez y Luis Moreno Mansilla.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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