La propuesta de que el edificio debe ser percibido como una figura unida y no como una simple superposición de pisos horizontales, llevó a la sugerencia de una cristalería en espiral que rodeara todo.
El deseo de que la Torre Puig asumiera el icónico rol que corresponde a su estatus de sede corporativa parece haber sido satisfecho con la empática geometría de su arquitectura. La audacia de la espiral también apunta a una forma que en su pureza alude al toque de clase con el cual las botellas de perfume Puig siempre han sido impregnadas. Además, la espiral nos conduce a contemplar el deseo de superación e innovación que siempre ha estado presente en los proyectos empresariales de Puig.
Los planes de planta de la torre, un cuadrado de 90 pies por 90 pies, demuestran la importancia del núcleo, el cual no sólo resuelve las conexiones verticales y los elementos mecánicos y de servicio, sino que también contribuye a definir y estructurar el espacio utilizable.
Alrededor del núcleo se desenvuelven las áreas de trabajo, las cuales disfrutan vistas del paisaje urbano ofrecido por una ciudad como Barcelona. La cubierta de cristal permite a los espacios interiores – ya sean oficinas o áreas de trabajo, salones de reunión u otros espacios- un filtro atractivo que a la vez ayuda a mejorar el aislamiento térmico del edificio, el cual incidentalmente se ha ganado un certificación LEED de Oro.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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