Luego de una primera visita al hôtel particulier todavía en obra en marzo, y de una segunda cuando el edificio ya estaba terminado hace un mes, los medios de todo el mundo pudieron finalmente visitar durante estos últimos días el nuevo museo Picasso tal como lo podrá contemplar el público a partir de este sábado, fecha aniversario del nacimiento del artista malagueño: con las obras expuestas. La tercera es la vencida. Instalado en el corazón del Marais, el museo reabre sus puertas tras cinco años de remodelaciones que, por los retrasos y un costo de 51 millones de euros, no escaparon a las críticas y a la polémica.
Construido en el siglo XVII, mezcla de clasicismo francés y estilo barroco de la época, y después de 25 años desde su inauguración como museo, tiempo en el que recibió 12 millones de visitantes, el edificio necesitaba ponerse al día con las normas de seguridad actuales. Se cambiaron puertas, ventanas y techos, se mejoró el acceso para hacerlo, y se aprovechó para reformar las salas, mudar las oficinas administrativas y técnicas a otro espacio a pocos metros de este edificio, renovar el jardín, habilitar nuevos espacios y construir un auditorio.
"Es un diálogo entre lo contemporáneo y lo patrimonial. El conjunto de estas operaciones se llevó a cabo respetando las reformas originales de Roland Simounet, el arquitecto a cargo del museo en 1985", explica el nuevo presidente del establecimiento, Laurent Le Bon. Algunas partes de este edificio, como la gran escalera, las fachadas, el patio o la terraza, están protegidas, lo que obligó a contar con un arquitecto adicional especializado en monumentos históricos para supervisar la obra. El resultado es una superficie de exposición de 3800 m2 (antes era de 1600 m2), 13 salas adicionales (37 en total), un último piso más íntimo -antes cerrado al público- en el que se exhibe parte de la colección privada del artista español (compuesta de una centena de obras de artistas como Cézanne, Braque, Modigliani, Miró y Matisse, entre otros), un nuevo atelier destinado a la educación artística de los más chicos, una librería renovada y un café en la terraza.
Desde las ventanas se puede contemplar parte del Marais, lo que permite sentir que este gran museo parisino, que alberga la colección más importante de Picasso a nivel mundial, conserva esa característica tan propia de ser un museo de barrio, a diferencia de grandes establecimientos como el Grand Palais, el Louvre o el Orsay. Las paredes blancas sugieren que se quiso dejar en segundo plano las instalaciones para priorizar las obras, aunque con esos espacios más universales se pierde un poco ese espíritu previo a las reformas: entrar en una casa ajena, a escala humana, y perderse en las obras de Picasso. El museo podrá ahora recibir el doble de visitantes (prevé 139.000 personas de aquí a fin de año y 715.000 durante 2015), lo que le permitiría aumentar sus beneficios, estimados en 1,6 millones de euros para el próximo año. Éste era también uno de los objetivos de las remodelaciones: volver el museo aún más rentable.
Además de un subsuelo dedicado a los ateliers de Picasso y de un último piso con la colección personal del artista, la exposición inaugural propone sobre tres plantas un recorrido cronológico y temático con 400 de las 5000 obras que posee este establecimiento. Pinturas, pero también esculturas, dibujos y collages, que permiten repasar el conjunto de su producción desde 1895 hasta 1972, divididos en las sucesivas fases estilísticas: génesis, monocromía (períodos azul y rosa), primitivismo, cubismo, polimorfismo, metamorfosis, pinturas de guerra, años pop y los maestros. Esta primera exhibición está a cargo de Anne Baldassari, una muestra de respeto a esta antigua presidenta del museo destituida de su cargo en mayo.
Mientras el museo estuvo cerrado, parte de las 5000 obras donadas al Estado francés por los herederos del artista en los años 70 (4000 obras gráficas, 300 pinturas y 300 esculturas, 46 pinturas de la colección privada de Picasso y 200.000 piezas de archivo, entre otras) fueron prestadas para 20 exposiciones itinerantes en trece países. Los 31 millones de euros recaudados permitieron ampliar los trabajos inicialmente limitados presupuestariamente en una Francia en crisis y adquirir un nuevo hôtel particulier, en el que se relocalizó a medio centenar de empleados.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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