En la teoría de la luz es común encontrar una explicación de lo que es al considerarla como la energía o radiación visible. Nuestra visión es entonces la percepción determinada por esta radiación.
Sin embargo, la definición de nuestro sistema visual por la fisiología y la psicología se refiere al procesamiento avanzado de la imagen y resultados psicológicos.
Cuando se trata del análisis de la iluminación, muchos especialistas consideran que la calidad de la luz son solo aspectos físicos, y ejecutan sus principios haciendo mediciones. A menudo basan sus ideas sobre un nivel de luz numérico y a escala, discutido en número de lux, el cual puede ser comparado y detectado por instrumentos. Sin embargo, si estudiamos profundamente nuestra relación con la luz, entenderemos que la luz consta de un campo más complejo. La energía que se puede medir no es tan fiable y comparativa para nuestros sentidos.
La visión
En nuestra visión, los receptores de la retina convierten la energía electromagnética en impulsos nerviosos bioeléctricos. Las señales que recibimos son solo diferencias radiantes, que son los contrastes de brillo y color. Los contrastes pueden tener bordes agudos, difusos o gradientes. El proceso visual es una combinación de dos sistemas: óptico y de interpretación. El último sistema tiene un proceso que comienza en la retina, donde comienza nuestra interpretación de la luz.
Los receptores, bastones y conos están conectados a los nervios visuales mediante capas nerviosas. Los bastones son responsables de distinguir el contraste (diferencia en el brillo), mientras que los conos perciben la distribución del espectro (colores), si hay suficiente energía radiante en la retina. Las diferentes longitudes de onda son registradas por tres tipos de conos: S, M y L; sinónimo de corto, mediano y largo (por sus siglas en inglés) (Liljefors, 1999).
Nos adaptamos a diferentes situaciones y condiciones de luz. Usando la visión nocturna somos capaces de ver por una cantidad muy baja de radiación gracias a estos bastones, las cuales nos dan información sobre nuestro entorno. Tan pronto como aparezca un estímulo radiante con suficiente intensidad los conos se prepararán para funcionar.
El envejecimiento juega un papel importante en nuestra visión. Las lentes se tornan amarillo y rígidas. La adaptación se vuelve más lenta a través de los años, lo que aumenta la sensibilidad al deslumbramiento; ya que los receptores expuestos al deslumbramiento necesitan más tiempo para recuperarse antes de funcionar de nuevo con normalidad.
Las funciones visuales básicas que colaboran entre sí son: la visión de la retina (información espacial, con aproximadamente 170 grados) y la visión fóvea (información y detalles). Los nombres anteriores de estas funciones visuales fueron periférica y central, respectivamente (Liljefors, 1999).
Se necesita tiempo para desarrollar completamente nuestra visión y la capacidad de interpretación. Según el Sr. Liljefors, solo a la edad de doce años somos capaces de gestionar una situación de miedo repentino; por ejemplo, en una bicicleta en el tráfico. Practicar cómo ver es otra manera de desarrollar la condición visual. Si una persona trabaja con los colores, él/ella tendrá más capacidad para distinguir el color que otro no pueda. De acuerdo a los fundamentos de la iluminación de Anders Liljefors, los términos físicos y visuales se ejecutan en paralelo. La combinación entre los mundos físicos y visuales es servida por el estímulo de la visión, la radiación óptica de 400 a 700 nm de longitud de onda. La visión se refiere principalmente a la calidad de la iluminación, con la información que se recibe de los objetos en el medio ambiente (Liljefors, 1999).
Percepción – términos visuales
Cuando vemos, distinguimos impresiones de espacio, forma, superficie/textura, color y luz. Sin embargo, con el fin de ver realmente los aspectos mínimos del medio ambiente, es necesario disponer de atención y concentración. Es importante desarrollar la capacidad de observar los términos visuales en el espacio, pensando en la forma en que ellos ocurren y son descritos.
En el primer nivel de los términos visuales, existen tres factores que se pueden distinguir: la espacialidad, la atmósfera y la visibilidad.
La consideración de la espacialidad es la posibilidad de definir el espacio físico: volumen, distancia, proporciones y orientación. Dependiendo de la luz en un espacio, nosotros podemos percibir su volumen grande, pequeño, abierto y lleno. La extensión percibida también puede cambiar mucho un lugar aireado a un espacio reducido. Incluso la orientación está influenciada por la iluminación; ya que cómo usted encuentra su camino en el espacio puede ser determinado por la luz ahí.
La atmósfera consiste en el carácter general, en relación con el estado de ánimo psicológico que crea la luz. Muchas veces las personas experimentan el espacio como aburrido, privado, público, alegre, etc. solo por la influencia de la iluminación.
Finalmente, la visibilidad está conectada solo a las exigencias del trabajo, a la posibilidad de ver las cosas durante las tareas: forma, superficie/textura, color y luz.
Al analizar o diseñar, es fundamental trabajar en los ratios relacionados a estos tres aspectos (espacialidad, atmósfera y visibilidad) en concordancia con la función del espacio. Por ejemplo, una iglesia tiene una atmósfera de 50 % de la totalidad, 30 % del espacio y 20 % de visibilidad. Por otro lado, un aula requiere 50 % de visibilidad.
El segundo nivel es la descripción de la luz en el espacio. En su teoría, el Sr. Liljefors presenta una lista de siete condiciones básicas para la descripción de la luz en el espacio mediante la experiencia visual:
- nivel de claridad
- distribución espacial de brillo
- sombras
- reflexiones
- resplandor
- color de la luz
- colores
Utilizando los estos términos, es eficaz describir y comprender los efectos de la iluminación en un espacio y hacer una clasificación fiable.
Las sombras, por ejemplo, desempeñan un papel importante en nuestra observación. Pueden ser suaves o fuertes; pueden presentar bordes definidos o difusos. Las sombras buenas son agradables de ver, pero las malas pueden destruir el ambiente.
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