El proyecto consistía en la renovación para una vivienda ubicada en un nuevo sector residencial en la prefectura de Shiga. El problema de este proyecto fue que a pesar de que el terreno es relativamente amplio, la forma en que está construido y ocupado lo hace parecer más estrecho. Esto sucede porque al parecer cada casa fue construida pensando únicamente en la cabida en el sitio, sin considerar la relación y conexión con su entorno.
Como resultado, las cortinas de cada vivienda permanecen siempre cerradas, ya que la privacidad se ve amenazada por el constante contacto visual con los vecinos, por lo que la ocupación del espacio exterior no tiene sentido. Frente a esto, los arquitectos se proponen salvar esta situación y generar diversas escenas de vida interior.
La primera restricción era que no se podía agregar aberturas en una construcción de este tipo, por lo que decidieron asumir la distribución existente e insertar un nuevo muro que conectara cada habitación.
Este nuevo muro parece envolverse alrededor del acceso y las dos salas de estar, mientras deja un espacio entre las ventanas y los muros existentes. Con esto elimina la línea de visión con las viviendas adyacentes y deja entrar luz natural y ventilación. El espacio intermedio se transforma en una zona de amortiguamiento y genera una nueva sala de ocio.
El mobiliario, mesas, armarios y “horigotatsu”, se construyen en el muro, dando carácter a cada habitación. Al hacer una zona de amortiguamiento interior se generan 4 nuevas capas que incluyen: el espacio interior rodeado por muros, la zona de amortiguamiento envolvente, la zona de amortiguamiento exterior (jardín) y el entorno, y que permiten conectar sutilmente el interior con el exterior.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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