El terreno de emplazamiento de las “Casas Afife” es un bloque macizo, rocoso y bastante inclinado que se extiende hasta el mar.
El programa que requería cuatro viviendas unifamiliares hizo uso de “piedras habitables” que se suspenderían sobre el muro que delimita el terreno.
Lo que inicialmente parecía un difícil desafío se transformó finalmente en un punto clave y enriquecedor del proyecto, gracias a esto, las edificaciones brotan del suelo y acechan el paisaje prolongándose mucho más allá de los límites de cada lote, por el terreno y por los alrededores de modo ingenioso.
Así las viviendas fueron concebidas teniendo como principio la adaptabilidad de las construcciones al terreno y al mayor aprovechamiento ya sea de iluminación natural como del paisaje. De este modo, en términos proyectuales, se optó por abrir los compartimientos habitables de las construcciones esencialmente al sur y sur-este, por lo que cada espacio habitacional responde eficazmente a sus propias necesidades y saca el máximo partido de las limitaciones impuestas por el terreno, alcanzándose a sí mismo una mayor privacidad para cada lote.
El proyecto apostó en la concepción de tres viviendas que se repiten siendo encabezadas por tres cubos de cristal que se giran para el mar.
En el exterior, el resto del terreno del lote envuelve y abraza la piedra, parcialmente enterrada, que rodó en el suelo y se inmovilizó en aquel preciso lugar. Pero a su vez la cuarta vivienda brota del suelo, surge en los niveles que dialogan con el terreno y en sintonía con las otras tres viviendas, inmovilizándose sobre la calle.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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