En una zona cuya traza urbana y arquitectura se funden para crear una de las zonas con más calidad de la Ciudad de México, este edificio trata de mimetizarse, con lenguaje contemporáneo, con la arquitectura que le dio carácter a esta zona de la ciudad.
Utiliza concreto aparente en su fachada para mantener la gama cromática más utilizada por los edificios decó de los años 30. Utiliza celosía (de cemento) para remedar las texturas de los edificios originales. Tiene una altura acorde con la zona. Ofrece terrazas al exterior como la ofrecida por la arquitectura de principios de siglo, al igual que los entrepisos altos de los departamentos.
Respeta asimismo los árboles existentes, adaptando la entrada de automóviles para conservar la vegetación existente. El camino formal se dirigió hacia la abstracción: eliminación al exterior de elementos fácilmente reconocibles como puertas y ventanas e integrarlos dentro de otros cuerpos y así sugerir una segunda lectura que introduzca a “descubrirlos”.
Esto ha permitido crear tres departamentos diferentes entre sí según las peculiares exigencias de sus habitantes y la ubicación de cada vivienda en el terreno. Por ellos los departamentos bajos tienen sus servicios hacia la calle y las áreas de uso común se dirigen hacia un pequeño espacio abierto en la parte posterior del predio.
El departamento alto cuenta con vista hacia la calle, ya libre de la mirada de los peatones. Todos se comunican vertebrándose a lo largo de la escalera principal: espacio axial de altura imponente que revela su carácter simbólico al “entrar” y “salir”, al “ir” y “venir”.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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