Esta pequeña parcela se sitúa en las afueras de Tallin, en una típica zona playera. Como en el resto de las parcelas, lo único que queda del bosque tras la red de construcciones son pinos y abedules aislados.
Siguiendo los deseos de los futuros habitantes, no se debía cortar un solo árbol.
Los clientes no querían una casa como las demás del barrio, esperaban que su casa siguiese su propio estilo: espaciosa y con muchísima luz. La claridad del proyecto sería una de las prioridades.
El resto era sencillo: las habitaciones interiores entre los árboles, cada una situada en el lugar más apropiado definiendo las habitaciones exteriores. Un espacio común conecta el interior y el exterior de la casa. Desde ahí se puede acceder a todas las habitaciones sin excepción, tanto a las interiores como a las interiores. Los paneles de este espacio común se mueven sobre rieles pudiendo desplazarse por delante de los vidrios para amortiguar sonidos, dirigir la vista, o amoldarse a las actividades domésticas.
La aparente sencillez constructiva viene dada por los materiales. Los paneles de hormigón, de acero pintado y los distintos vidrios requieren acabados sencillos. La cubierta define los distintos espacios habitativos elevándose para dar mayor sensación de espacio y descendiendo donde el espacio debe ser menos vertical.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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