La Comunidad de Madrid presenta en la Sala Canal de Isabel II la mayor exposición de Dionisio González organizada hasta el momento en España. Un recorrido por la trayectoria del artista que lleva por título 'Around. Dionisio González'.
La muestra incluye 44 obras que van desde sus primeras series de 2001 hasta su último proyecto de 2013. Around hace hincapié en las diferentes ciudades que el artista ha ido visitando e incorpora un mapa donde se marcan todas las que aparecen en la exposición.
Ya desde el inicio se descubre el leitmotiv del artista: fotografías aparentemente tomadas de la realidad, pero que son el producto de un meticuloso trabajo de campo previo y una cuidada intervención con técnicas digitales, que le permiten incorporar nuevos espacios y construcciones en los lugares más dispares del mundo. Gracias a las nuevas tecnologías digitales, González reinventa situaciones y paisajes.
En sus primeras obras Dionisio González no trabaja sobre viviendas o hábitats marginados. El artista escoge parajes naturales despoblados y coloca las figuras de los edificios para mostrar una paradoja entre ambos elementos, lo natural y lo artificial. En la fotografía, una imagen de la serie 'Interacciones'.
La exposición Around pretende hacer un recorrido de los 12 años de trayectoria del artista. El leit-motiv del proyecto se sustenta en los diferentes modos de habitar la ciudad contemporánea. En la imagen, uno de los primeros trabajos de González donde se destaca la contradicción entre la naturaleza inhabitada y la arquitectura moderna.
Poco a poco González se va interesando por el aprovechamiento de los recursos naturales para convertirlos en lugares habitables. El artista imprime construcciones hiperbólicas, extremadamente cambiantes y sensibles al entorno, pero siempre con el punto de mira en que sean sostenibles.
Otro de los aspectos interesantes de Around es el interés por el arquitecto suizo LeCorbusier. González rescata proyectos que no se llevaron a cabo como este, el del Museo de Crecimiento Ilimitado. El suizo concibe la idea de crear un edificio vivo y en constante progresión, un ente orgánico que se desarrolla en espiral y va cambiando con el paso de los años en función de las necesidades de sus visitantes futuros y no de los objetos pasados que contiene.
En la serie de Venecia, el autor retrata los proyectos arquitectónicos contemporáneos que nunca se llevaron a cabo y plantea una investigación en torno a cómo el mito y la realidad pugnan en la ciudad italiana, un lugar histórico aferrado a lo pretérito y obsesionado con perdurar al margen de las necesidades cotidianas de sus habitantes. En la imagen, Giustinian Lolin (2011) Caja de luz_Serie Venecia.
González ha viajado por todo el mundo para estudiar la relación entre el medio y el ser humano en sus modos de habitar dentro de las sociedades más marginadas. La Bahía de Halong en Vietnam, la barra de arena que forma Dauphin Island en el Golfo de México, la Habana o Vietnam o las favelas de Sao Paulo en Brasil son algunos de los lugares. En la imagen, el Hotel Bauer (2011) de la serie Venecia.
Siguiendo esa línea de activismo para denunciar las paradojas, González resalta que en Venecia, a pesar de su peso simbólico y significado como emblema mundial, también es un ecosistema frágil, un entramado delicado de factores complejos fundidos entre sí que han logrado mantener por siglos un asentamiento sin parangón cuya belleza mórbida se ha metamorfoseado en una patología mortal.
De 2007 a 2011 Dionisio González trabajó en la paradisiaca zona de Halong, una bahía al norte de Vietnam declarada Patrimonio de la Humanidad. El artista pudo constatar una forma de vida móvil practicada por los pescadores de la región generación tras generación, no tomaba como fundamento las estructuras fijas, sino unas cabañas flotantes donde sus ocupantes pasaban la mayor parte del tiempo sin tener necesidad de pisar tierra firme.
Este hermoso ecosistema natural que seduce por su belleza, ve amenazado su frágil equilibrio debido a las nuevas regulaciones de la industria pesquera, el cambio climático y sobre todo los grupos de turistas que acuden en masa a visitarlo, una coyuntura contradictoria que al mismo tiempo que se convierte en un acicate económico para la región, provoca una alteración irreversible que puede acarrear su desaparición.
A partir de 2008 la obra de González empieza a ser muy demandada a nivel internacional, con especial profusión en Asia y particularmente en Corea del Sur. Lo solicitan para varias exposiciones en Seúl y la definición de un proyecto específico en Busán, la ciudad más poblada del país después de la capital y cuyo puerto es uno de los más activos de esta zona del mundo. En la foto, una imagen de Busán, en Corea del Sur.
En uno de sus barrios periféricos el artista diseñó en 2011 un conjunto de casas ergonómicas y una biblioteca aprovechando el desnivel de una colina y las posibilidades orográficas del terreno. El objetivo era la integración con la Naturaleza manteniendo cierta sintonía con las construcciones autóctonas. Por desgracia, estas residencias no pudieron llevarse a cabo debido a la crisis económica. En la fotografía otra de las imágenes de la serie de Busán.
En la primavera de 2001 el artista viaja a La Habana y descubre una ciudad decadente donde la ruina condiciona la visión del visitante; una degradación que deja ver con claridad el interior de una sociedad abandonada a su suerte que mora sobre los vestigios de un pasado fastuoso. En Cuba realiza Situ-acciones (2001-2002), un conjunto que se centra sobre todo en edificios derruidos de la capital.
La desolación aparece como una metáfora del idealismo fracasado, una realidad que remarca el desastre y señala una urbe al borde del agotamiento. Las imágenes conllevan una cierta poética de la extinción, una elegía del suburbio que evidencia no sólo el envés del esplendor histórico a través de su desolación, sino las problemáticas inherentes a los lugares dejados a su suerte. En la imagen, La Habana.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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