Asentada sobre una escarpada ladera, la Casa L toma como punto de referencia para su propia forma los importantes cambios geológicos ocurridos en el terreno hace miles de años.
El proyecto pertenece al estudio Florian Busch Architects, quien ha proyectado esta casa unifamiliar -utilizada para disfrutar de las épocas vacacionales- como dos cubos que se deslizan uno respecto al otro frente a la bella imagen del monte Yotei.
En respuesta a las limitaciones del terreno y con el fin de aprovechar las vistas panorámicas que ofrecía el lugar, los arquitectos propusieron una casa entre los árboles. Allí donde la topografía cambia y se vuelve vertical, creando la empinada ladera con sus impresionantes vistas al monte Yotei, las dos cajas rectangulares que forman la Casa L se desplazan en sentido contrario y horizontalmente, mediante un simple gesto que parece mover el edificio hacia la parte superior de la pendiente, abriendo el espacio y las vistas.
Al igual que el edificio en sí, el diseño interior ha buscado la sencillez y la sobriedad en dos materiales como el hormigón y la madera. Entrando por debajo del voladizo del volumen inferior, una escalera recorre la pared trasera de la planta para ascender hasta el nivel superior, como si se hubiera escalado la ladera del monte Yotei.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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