El autor captura las vistas desde la torre con la que Richard Rogers conquistó el horizonte de la ciudad, una obra que lleva su diseño arquitectónico de alta tecnología y complicidad interior/exterior a niveles sin precedentes.
“Puedo atribuirme el mérito de ésta”, dice Peter Rees, funcionario principal de planificación de la City of London, riéndose. “Cuando vi por primera vez la maqueta del edificio, le dije a Richard Rogers que podía imaginarme a su esposa, Ruthie, usándolo para rallar parmesano. No sé si le resultó gracioso, pero quedó”.
Rees habla del Leadenhall Building, una torre con un esqueleto de 225m de alto de acero y vidrio que se alza desde las calles de la City, la incorporación más reciente a una colección siempre creciente de siluetas novedosas que ha ido introduciendo a lo largo de sus 28 años como coreógrafo de esta franja codiciada del horizonte. Diseñado por Rogers Stirk Harbour and Partners, el mote del nuevo coloso ya prendió: Cheesegrater (el rallador de queso).
La masa empinada y triangular del Cheesegrater ya alcanzó su altura total, hecho que se celebró con una ceremonia el 17 de junio pese a que el edificio no estará totalmente terminado hasta el año próximo. A su lado, se alza el curvilíneo Gherkin y, hacia el sur, sobresaliendo como una mole, el Walkie-Talkie. Además de estas torres, hay proyectos para construir un edificio con forma de lata de embutido, otro como un cuchillo y otro más como una servilleta enrollada. La City of London se está convirtiendo en un extraño banquete en el cielo.
“Los nombres son importantes”, dice Rees. “Es visible que se encariñaron con los edificios altos después del Gherkin por el hecho de que quisieran ponerles nombres: querían edificios distintivos con los cuales pudieran identificarse”.
A medida que la torre se eleva, los pisos disminuyen desde los amplios 20.000 pies cuadrados (1.858m2) de los niveles bajos hasta los 6.000 pies cuadrados (557m2) boutique de las terrazas, destinados a la crema de las firmas de gestión de activos. En tanto el Walkie-Talkie se agranda para maximizar las ganancias en los niveles superiores, Leadenhall ofrece un rango más diversificado de espacios, Esto ha resultado irresistible para los gigantes de los seguros Aon y Amlin: se les dará en alquiler la mitad del edificio.
En la planta baja, la forma en pendiente también constituye una deferencia, la manera que tiene el edificio de respetar el espacio de sus vecinos. Y no son vecinos comunes: directamente enfrente está el edificio Lloyd’s de Rogers catalogado en el Grado I, una sinfonía de conductos y tubos en el que trabajó hace 30 años su socio Graham Stirk cuando ingresó al estudio, apenas salido de la universidad.
La respuesta radical a este emplazamiento valorado y muy abigarrado, tan típico de las calles estrechas de la City, fue eliminar directamente los pisos inferiores. Toda la mole de 48 pisos fue elevada en el aire hasta 30 metros, soportada de manera impensable por patas de acero zigzagueantes montadas alrededor del perímetro. El vacío cavernoso que queda abajo, concebido como una prolongación de la plaza adyacente, dispondrá de todos los atractivos de un espacio público: áreas de césped, árboles, cafés, bancos y zonas pavimentadas que serán “animadas” por un programa de eventos.
Recordando el Lloyd’s y el Pompidou que lo precedió, el ethos del edificio-máquina del Cheesegrater se celebra dondequiera que se mire, en tanto cada componente está expuesto y pintado en colores joviales –como las ruedas dentadas del reloj transparente de Stirk. Sobre el lado norte, 22 ascensores de vidrio, envueltos en estructuras color naranja, llevarán a los pasajeros por los huecos amarillos a ocho metros por segundo, impulsados por los motores color gris brillante en la parte superior. Hasta los resortes para absorber impactos del edificio están a la vista.
El Cheesegrater parece haber cautivado ya la imaginación popular como un edificio lleno de vida, un eco animado del angosto Shard. Después de proyectos como el Neo Bankside y One Hyde Park de RSH+P en Londres –ese silo vacante para jeques en Kensington donde “los jardines públicos” dan miedo detrás de rejas metálicas y vidrios a prueba de balas – resultó perder la fe en la retórica con sensibilidad pública de la carrera inicial de Rogers. Si bien Leadenhall es, naturalmente, un silo para otra clase de elite de la City, se trata de una respuesta inteligente a las necesidades de su emplazamiento, una respuesta que intenta devolver todo lo que puede a la City. Esperemos que no lo eclipsen todos los invitados a la fiesta que todavía no han llegado.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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