El impacto arquitectónico que han tenido en Logroño las casas diseñadas por Toyo Ito, las ya denominadas 'casas verdes', ha originado un debate popular sobre el acierto de su construcción con posturas enfrentadas y claras: o gusta o no gusta nada.
Acostumbrada a edificaciones más convencionales, un sector de la ciudadanía no ha aprobado el atrevido conjunto residencial del sector de Prado Viejo, cuya fachada externa desde la lejanía se ve como un bloque macizo.
Pero el arquitecto japonés, último premio Pritzker, también tiene sus devotos y, entre los inquilinos, a sus mayores entusiastas.
Estas viviendas se ha dicho que en sus pasillos interiores se puede correr una vuelta ciclista o que los vecinos se pueden dar la mano entre ellos por la proximidad de unas fachadas con otras. Opiniones que los inquilinos rebaten: «Quien venga se dará cuenta de que nada de eso es cierto. En los puntos donde los edificios están más cercanos, lo que hay al otro lado no son ventanas, sino unos pasajes o galerías donde se distribuyen las entradas a las casas; son pasillos como los de un hotel, largos pero funcionales», remarca Víctor Pascual, aparejador de la obra e inquilino.
Unas confortables viviendas que cada uno ha decorado a su manera, con una tendencia al minimalismo y un aire muy vitalista como corresponde a la juventud de la mayoría de los residentes de Toyo Ito. En su interior las casas dejan de ser verdes, aunque hay quien afirma que el color nunca ha sido una traba. «No entiendo que la gente se guíe por el color de la fachada; digo yo que lo importante es cómo es el piso por dentro», señala Joana, propietaria de un inmueble de 60 metros cuadrados, con un cuarto lavadero incluido: «Estos cuartos son individuales, no lavanderías comunes como se ha comentado». Víctor Pascual admite que al principio le costó asumir la tonalidad monocolor, «pero ahora no me las imagino de otra forma», comentario al que su vecina Yolanda Guerrero añade que «el verde es el color de la energía y el equilibrio...». Siguiendo la premisa de que «nada en Toyo Ito es lo que parece», los vecinos también desmienten que haya poca luz, ya que, aunque las ventanas dan la sensación de ser pequeñas porque son estrechas, «lo cierto», dicen, «es que van de suelo a techo y todas son exteriores porque no hay patios de luces, y con orientación sur».
Los dueños de estas casa no han visto en su vida a Toyo Ito, ni creen que lo verán, pero se declaran fans número uno del arquitecto japonés, que ha creado un sitio muy especial para ellos, con espacios comunes donde se respira «armonía y equilibrio». Entre los verdes muros se han plantado cerezos japoneses, y plantas aromáticas como lavanda y a la vuelta de la esquina (bueno, no hay esquinas) comienza el camino de La Grajera.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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