Una de las tendencias más importantes de la arquitectura contemporánea es la de los edificios verdes, en los que tecnología y ecología tienen una estrecha relación.
Este tipo de edificaciones, derivadas de la necesidad de preservar y mejorar el medio ambiente, son quizá una de las propuestas arquitectónicas más importantes e innovadoras del presente siglo pues además de que suponen una mejor calidad de vida para sus habitantes y la mejora de su contexto, plantean la creación de estructuras con características mutables y que pueden adaptarse a las condiciones climáticas del lugar donde se ubican.
Echando mano de las investigaciones científicas y las tecnologías más avanzadas los arquitectos y constructores verdes hoy en día tienen la posibilidad de proyectar edificaciones mucho más respetuosas del medio ambiente pues cuentan con innovadores materiales derivados de investigaciones bio-genéticas, que tienen la capacidad de transformarse según las condiciones climáticas, es decir, que se acoplan al entorno como lo hace un organismo vivo.
Dentro de esta tendencia “verde” y “mutable” se han generado proyectos que proponen además de la construcción de edificaciones conformadas por tecnologías ahorradoras de energía, reciclaje de agua y materiales de desecho, la creación de materiales que como la piel de un organismo vivo, se adaptan mejor a su entorno pues tienen la capacidad de cambiar según la época del año, la temperatura, la humedad, el viento, etc. Un ejemplo es el denominado “Concreto biológico”, desarrollado por investigadores del LTE Luis Agulló de la Universidad Politécnica de Cataluña*.
Este nuevo tipo de concreto además de poseer la resistencia que tiene el concreto común (el que se hace con cemento portland) es un material que tiene la capacidad para que crezcan en él organismos pigmentados de manera natural y acelerada. Por sus cualidades “bio-miméticas”, este material, creado pensando principalmente en la construcción de fachadas en climas mediterráneos, ofrece ventajas medioambientales, térmicas y ornamentales respecto a otras soluciones de construcción similares.
El concreto biológico, sin duda plantea una revolucionaria e innovadora manera de hacer arquitectura, ya que las piezas de una edificación creadas con él funcionan como una “epidermis natural” que además de funcionar como una envolvente o barrera de protección reacciona y cambia su aspecto según su ubicación geográfica y los climas que se presenten en las diferentes estaciones del año. De esta manera, la fachada de un edificio más que una simple barrera es una estructura inteligente o soporte biológico natural que permite el crecimiento y desarrollo de determinados organismos biológicos, concretamente ciertas familias de micro algas, hongos, líquenes y musgos.
El material además de permitir originales juegos formales, plantea la posibilidad de renovar el concepto de jardín y de fachadas verdes no sólo para edificios o elementos de nueva construcción, sino también para rehabilitar los existentes. A diferencia de los sistemas que hasta hoy se han utilizado para la creación de fachadas y azoteas naturadas, el concreto biológico permite el crecimiento de organismos vegetales sobre el mismo material soporte, lo que supone una enorme ventaja, ya que no necesita de estructuras portantes y permite seleccionar la zona de la fachada en la que se quiere obtener el crecimiento de vegetación.
Las aplicaciones del concreto biológico son diversas y ofrece múltiples ventajas medioambientales, térmicas y estéticas, pues permite absorber y reducir el CO2 de la atmósfera, captar la radiación solar y regular la conductividad térmica al interior de los edificios gracias a su recubrimiento biológico.
Para la creación de este material, se utilizaron dos tipos de cemento, el Portland y el cemento de fosfato de magnesio que se ha utilizado anteriormente como material de reparación por su propiedad de rápido fraguado y como bio-cemento en el ámbito de la medicina y la odontología, lo cual supone que no tiene un impacto medioambiental adicional.
Materiales como el concreto biológico, indudablemente transformarán la manera de concebir la arquitectura, ya que sus creadores más allá de diseñar estructuras inanimadas que le permitan al ser humano vivir en la naturaleza, tendrán la posibilidad de crear estructuras mutables, lo que representa una mejor adaptación a la naturaleza.
El Laboratorio de Tecnología de Estructuras Luis Agulló (LTE Luis Agulló) es, principalmente, un laboratorio de investigación adscrito al Departamento de Ingeniería de la Construcción donde se desarrollan los trabajos experimentales de los proyectos de investigación y transferencia tecnológica desarrollados dentro del entorno del departamento. Gran parte del trabajo llevado a cabo consiste en investigación aplicada, haciendo un fuerte énfasis en la transferencia de tecnología a la industria de la construcción.
El LTE Luis Agulló constituye un referente a nivel nacional e internacional en la innovación y la experimentación en estructuras y materiales, con más de 10 años de funcionamiento, con trabajos y avances que lo avalan como un centro de alta excelencia.
Las áreas de investigación del LTE incluyen:
•Caracterización en estado fresco y endurecido de concretos.
•Caracterización de materiales de construcción.
•Ensayos de elementos estructurales de concreto armado y pretensado, estructuras metálicas, elementos de obra de fábrica, etc.
•Ensayos de gran escala.
•Monitorización de estructuras.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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