Un planteamiento fundamental de Cruz Ovalle es la cuidadosa elaboración de sus proyectos, rechazando la improvisación y la arbitrariedad. Lo que expresa en textos y esquemas explicativos de sus decisiones, y vistas interiores dibujadas a mano donde apunta condiciones espaciales.
En los proyectos del Campus Peñalolen plantea una explicación desde dos sentidos complementarios, por un lado la condición de lugar, y por otro, la función general. Sugiriendo un privilegio por la situación geográfica, afirma que “el primer momento es la luz del lugar”, apuntando más que a un fenómeno físico, al reconocimiento espacial del paisaje.
En este caso plantea primero que el lugar “se sale a buscar” desde la ciudad, expresando que se encuentra desvinculado de la trama urbana, enfrentado la dimensión territorial del valle y la cordillera.
Afirma que el lugar se sitúa en una condición de borde, mirando al horizonte y respaldado por el macizo montañoso. Por esta razón sugiere crear un orden propio frente a la extensión, que reconoce en una regulación de la magnitud visual. Para lo cual plantea patios que modulan la profundidad y recortan el cielo, con edificios enhebrándose en el aire.
Sostiene que el sitio se desbordaba hacia la ciudad, mencionando que quizás un europeo, un arquitecto ajeno al continente, habría efectuado entonces una obra muy abierta al valle, pero que él decide al contrario, medir el paisaje, darle la espalda para contenerlo.
En los proyectos del Campus Peñalolen plantea una explicación desde dos sentidos complementarios, por un lado la condición de lugar, y por otro, la función general. Sugiriendo un privilegio por la situación geográfica, afirma que “el primer momento es la luz del lugar”, apuntando más que a un fenómeno físico, al reconocimiento espacial del paisaje.
En este caso plantea primero que el lugar “se sale a buscar” desde la ciudad, expresando que se encuentra desvinculado de la trama urbana, enfrentado la dimensión territorial del valle y la cordillera.
Afirma que el lugar se sitúa en una condición de borde, mirando al horizonte y respaldado por el macizo montañoso. Por esta razón sugiere crear un orden propio frente a la extensión, que reconoce en una regulación de la magnitud visual. Para lo cual plantea patios que modulan la profundidad y recortan el cielo, con edificios enhebrándose en el aire.
Sostiene que el sitio se desbordaba hacia la ciudad, mencionando que quizás un europeo, un arquitecto ajeno al continente, habría efectuado entonces una obra muy abierta al valle, pero que él decide al contrario, medir el paisaje, darle la espalda para contenerlo.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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