Este nuevo edificio diseñado por el estudio Brasil Arquitetura se encuentra en la ciudad de Sao Paulo en Brasil. En un sólo volumen con una fuerte presencia – de 2200 m2 - el Centro de la Comunidad Shalom, reúne a una sinagoga y un amplio programa cultural, que van desde las aulas a los campos deportivos.
Un juego conciso de elementos refuerza el salto de escala del edificio en relación con su entorno: dos grandes aguas de hormigón a la vista pigmentado azul - que actúan tanto como estructura como de sellador - los espacios abiertos están divididos por tabiques de cristal. Mientras tanto, una marquesina de ocho metros marca la sala principal, el corazón del edificio.
Es el salón central de la sinagoga, donde ocurren las principales liturgias, que se encuentra en la planta baja. Esta decisión de disposición del programa es más el resultado del diálogo entre los arquitectos y la comunidad, que un requisito de la arquitectura judía: la sinagoga no contiene en su forma una representación sagrada, a diferencia de las iglesias, mezquitas u otros templos, que tienen una serie de vocabularios y tipologías definidos para ser una “embajada” divina. La construcción de una sinagoga tiene la flexibilidad, bastando que su espacio sea, en el límite, una sala de estar.
Consciente de esta libertad, la oficina Brasil Arquitetura, formuló un partido que ocupase todo el terreno de modo lineal, como si la sinagoga fuese un gran gimnasio. Propuesta, por otra parte, que fue la causante de haber ganado el concurso para el proyecto del centro.
La sinagoga resuelta en la planta baja se extiende a través del terreno permitiendo una mayor interacción con el jardín que envuelva la zona litúrgica. La administración, las aulas, la biblioteca y los deportes están en los pisos superiores, liberando espacio en nivel de la calle para fiestas y recepciones.
Un juego conciso de elementos refuerza el salto de escala del edificio en relación con su entorno: dos grandes aguas de hormigón a la vista pigmentado azul - que actúan tanto como estructura como de sellador - los espacios abiertos están divididos por tabiques de cristal. Mientras tanto, una marquesina de ocho metros marca la sala principal, el corazón del edificio.
Es el salón central de la sinagoga, donde ocurren las principales liturgias, que se encuentra en la planta baja. Esta decisión de disposición del programa es más el resultado del diálogo entre los arquitectos y la comunidad, que un requisito de la arquitectura judía: la sinagoga no contiene en su forma una representación sagrada, a diferencia de las iglesias, mezquitas u otros templos, que tienen una serie de vocabularios y tipologías definidos para ser una “embajada” divina. La construcción de una sinagoga tiene la flexibilidad, bastando que su espacio sea, en el límite, una sala de estar.
Consciente de esta libertad, la oficina Brasil Arquitetura, formuló un partido que ocupase todo el terreno de modo lineal, como si la sinagoga fuese un gran gimnasio. Propuesta, por otra parte, que fue la causante de haber ganado el concurso para el proyecto del centro.
La sinagoga resuelta en la planta baja se extiende a través del terreno permitiendo una mayor interacción con el jardín que envuelva la zona litúrgica. La administración, las aulas, la biblioteca y los deportes están en los pisos superiores, liberando espacio en nivel de la calle para fiestas y recepciones.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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