El Museo de Arte Contemporáneo debe ser una amalgama de realidades distintas y culturas diversas, pero que al mismo tiempo sea un lugar neutral, capaz de mantener una identidad única y magnética: la naturaleza mutante.
El diseño de la propuesta es fruto de la fusión de dos temas siempre presentes en la historia de la expresión del arte: la representación figurativa y abstracta de la naturaleza. Los arquitectos han superpuesto a la imagen de un arbusto del parque adyacente, así como otras especies locales de vegetación, con un mosaico dinámico y complejo de carácter abstracto.
El resultado es una malla única y flexible que al mismo tiempo se funde con el entorno debido a su masa densa cubierta de vegetación, pero que también se destaca por el carácter fuerte de su modelo geométrico irregular.
Los arquitectos optaron por presentar una estrategia que se relaciona el nuevo museo con el parque verde, con el fin de garantizar una continuidad y equilibrio que interactúa simultáneamente con la torre, y que sin ser competitiva por el territorio, lo envuelve en vegetación. Esta intención resulta de la intensa relación cultural y social entre la ciudad y los amplios espacios verdes que lo rodean.
En un constante diálogo entre lo natural y lo artificial, se trata de una relación equilibrada entre las dos partes. El cuerpo del museo se convierte en una especie de “nueva naturaleza”, contaminada por el parque adyacente, pero que también es una frontera artificial que se imprime con una nueva silueta.
El diseño de la propuesta es fruto de la fusión de dos temas siempre presentes en la historia de la expresión del arte: la representación figurativa y abstracta de la naturaleza. Los arquitectos han superpuesto a la imagen de un arbusto del parque adyacente, así como otras especies locales de vegetación, con un mosaico dinámico y complejo de carácter abstracto.
El resultado es una malla única y flexible que al mismo tiempo se funde con el entorno debido a su masa densa cubierta de vegetación, pero que también se destaca por el carácter fuerte de su modelo geométrico irregular.
Los arquitectos optaron por presentar una estrategia que se relaciona el nuevo museo con el parque verde, con el fin de garantizar una continuidad y equilibrio que interactúa simultáneamente con la torre, y que sin ser competitiva por el territorio, lo envuelve en vegetación. Esta intención resulta de la intensa relación cultural y social entre la ciudad y los amplios espacios verdes que lo rodean.
En un constante diálogo entre lo natural y lo artificial, se trata de una relación equilibrada entre las dos partes. El cuerpo del museo se convierte en una especie de “nueva naturaleza”, contaminada por el parque adyacente, pero que también es una frontera artificial que se imprime con una nueva silueta.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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