Enfrentarse a un solar a la sombra de la Sagrada Familia, una obra clave del maestro catalán Antoni Gaudí, es una oportunidad única en la vida de un arquitecto.
Los gestores de este Hotel Ayre Rosellón ubicado en Barcelona, nada menos que enfrente de la obra maestra de Gaudí, Wortmann Architects estaban perfectamente conscientes de que el particular estilo modernista – entendido como una versión catalana del Art Nouveau- influenciado por el surrealismo, los adornos de colores que reflejan elementos orgánicos obtenidos de la naturaleza, así como la osada estructura de la catedral, representa para la ciudad de Barcelona, la misma atracción valerosa que el Museo Guggenheim de Frank Gehry representa para Bilbao.
También sabían que no podían simplemente cubrir algunos de los paramentos del edificio con el tradicional “trencadís”, un mosaico de azulejos de cerámica rota, como hacen multitud de bares y hoteles de la ciudad, imitando una técnica típica de los artesanos de Gaudí. El recuerdo tenía que ser más efectivo, como un tributo comprometido a los principios de su enfoque arquitectónico y que todavía debía ser significativo en nuestros días.
La respuesta a este dilema fue encontrada en la devoción de Gaudí por la naturaleza como la fuerza más inspiradora de su práctica arquitectónica. ¿No se inclinan sus columnas como árboles? Quién ha visitado alguna vez su excepcional edificio residencial “La Pedrera” en la avenida del Paseo de Gracia, sabe que la mayoría de sus espacios públicos están pintados con una Sinfonía de colores que recuerda el verano y el otoño, pintado sobre hojas de un bosque como lienzo.
Uno de los principios destacados de la Sagrada Familia es su complejo sistema de módulos de medida que confiere un claro orden a todo el edificio y es la razón por la cuál, después de la muerte de Gaudí, otros podían seguir su legado, incluso sin un apoyo suficiente por planos arquitectónicos.
Visionario, el maestro mostró una obsesión por los detalles que hoy en día ha resultado ser la clave para hacer viable la finalización del abrumador edificio. Siguiendo la línea guía trazada del abrumador vecino, decidieron introducir la serie Fibonacci en el diseño, que matemáticamente define las proporciones en la naturaleza, digamos, entre el tronco y ramas durante el crecimiento de un árbol.
Como se puede observar en el ritmo de las aberturas del patio central, el procedimiento intelectual de seguir un orden abstracto no es necesariamente incompatible con la voluntad de la forma. La animada composición muestra una sorprendente verosimilitud con el interior de las torres de la catedral.
Los gestores de este Hotel Ayre Rosellón ubicado en Barcelona, nada menos que enfrente de la obra maestra de Gaudí, Wortmann Architects estaban perfectamente conscientes de que el particular estilo modernista – entendido como una versión catalana del Art Nouveau- influenciado por el surrealismo, los adornos de colores que reflejan elementos orgánicos obtenidos de la naturaleza, así como la osada estructura de la catedral, representa para la ciudad de Barcelona, la misma atracción valerosa que el Museo Guggenheim de Frank Gehry representa para Bilbao.
También sabían que no podían simplemente cubrir algunos de los paramentos del edificio con el tradicional “trencadís”, un mosaico de azulejos de cerámica rota, como hacen multitud de bares y hoteles de la ciudad, imitando una técnica típica de los artesanos de Gaudí. El recuerdo tenía que ser más efectivo, como un tributo comprometido a los principios de su enfoque arquitectónico y que todavía debía ser significativo en nuestros días.
La respuesta a este dilema fue encontrada en la devoción de Gaudí por la naturaleza como la fuerza más inspiradora de su práctica arquitectónica. ¿No se inclinan sus columnas como árboles? Quién ha visitado alguna vez su excepcional edificio residencial “La Pedrera” en la avenida del Paseo de Gracia, sabe que la mayoría de sus espacios públicos están pintados con una Sinfonía de colores que recuerda el verano y el otoño, pintado sobre hojas de un bosque como lienzo.
Uno de los principios destacados de la Sagrada Familia es su complejo sistema de módulos de medida que confiere un claro orden a todo el edificio y es la razón por la cuál, después de la muerte de Gaudí, otros podían seguir su legado, incluso sin un apoyo suficiente por planos arquitectónicos.
Visionario, el maestro mostró una obsesión por los detalles que hoy en día ha resultado ser la clave para hacer viable la finalización del abrumador edificio. Siguiendo la línea guía trazada del abrumador vecino, decidieron introducir la serie Fibonacci en el diseño, que matemáticamente define las proporciones en la naturaleza, digamos, entre el tronco y ramas durante el crecimiento de un árbol.
Como se puede observar en el ritmo de las aberturas del patio central, el procedimiento intelectual de seguir un orden abstracto no es necesariamente incompatible con la voluntad de la forma. La animada composición muestra una sorprendente verosimilitud con el interior de las torres de la catedral.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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