Como arquitectos tenemos la obligación de diseñar en función de los gustos y necesidades de nuestros clientes. “La casa para un Windsurfista” es un claro ejemplo de esto. Una obra del estudio XPIRAL de Javier Peña Galiano, situada en Puntas de Calnegre, una aldea de la costa murciana de Lorca entre Águilas y Mazarrón.
Una atalaya situada en un territorio casi virgen, fronterizo entre África y Europa, con una gran riqueza paisajística y peculiaridad cultural. Una forma de vida rural y pesquera convive con los primeros colonizadores de la industria del turismo.
La vivienda se distribuye en cuatro plantas diferenciadas programáticamente. Todas ellas están conectadas visual y espacialmente por el principal elemento de comunicación vertical de la casa, la escalera, que arranca en la planta sótano y comunica sin discontinuidades con la cubierta. En la planta inferior se sitúa el garaje y pañol, donde se ubican los vehículos de la casa, tanto coches como lanchas de pesca y tablas de windsurf, y la sala de instalaciones.
En planta baja se distribuye el programa de dormitorios, el lavadero y el vestíbulo principal de entrada a la vivienda. La planta primera alberga la zona de día y principal de la casa, constituida por un espacio continuo y sin compartimentaciones formado por cocina, comedor, salón panorámico con mayor altura libre, vestíbulo y aseo de cortesía.
Tanto la cocina como el salón disponen de salida a una terraza respectivamente, desde la cocina a la terraza de invierno con vistas sobre el monte, y desde el salón, a la misma cota que éste, la terraza cubierta como mirador sobre el Mediterráneo.
En la cubierta se sitúa la terraza-solárium, con vistas panorámicas sobre todos los paisajes disponibles en las proximidades de la parcela. La vivienda se relaciona de una manera muy abierta con el exterior. A través de grandes paños acristalados, donde a través de puertas y ventanas comunican el interior con el exterior. Dando la posibilidad –en el caso de las grandes puertas- de transitar libremente por el recinto cerrado y el espacio abierto.
Una atalaya situada en un territorio casi virgen, fronterizo entre África y Europa, con una gran riqueza paisajística y peculiaridad cultural. Una forma de vida rural y pesquera convive con los primeros colonizadores de la industria del turismo.
La vivienda se distribuye en cuatro plantas diferenciadas programáticamente. Todas ellas están conectadas visual y espacialmente por el principal elemento de comunicación vertical de la casa, la escalera, que arranca en la planta sótano y comunica sin discontinuidades con la cubierta. En la planta inferior se sitúa el garaje y pañol, donde se ubican los vehículos de la casa, tanto coches como lanchas de pesca y tablas de windsurf, y la sala de instalaciones.
En planta baja se distribuye el programa de dormitorios, el lavadero y el vestíbulo principal de entrada a la vivienda. La planta primera alberga la zona de día y principal de la casa, constituida por un espacio continuo y sin compartimentaciones formado por cocina, comedor, salón panorámico con mayor altura libre, vestíbulo y aseo de cortesía.
Tanto la cocina como el salón disponen de salida a una terraza respectivamente, desde la cocina a la terraza de invierno con vistas sobre el monte, y desde el salón, a la misma cota que éste, la terraza cubierta como mirador sobre el Mediterráneo.
En la cubierta se sitúa la terraza-solárium, con vistas panorámicas sobre todos los paisajes disponibles en las proximidades de la parcela. La vivienda se relaciona de una manera muy abierta con el exterior. A través de grandes paños acristalados, donde a través de puertas y ventanas comunican el interior con el exterior. Dando la posibilidad –en el caso de las grandes puertas- de transitar libremente por el recinto cerrado y el espacio abierto.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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