En la localidad de Puente de Génave-España, realizaron el proyecto Matteo Cainer Architects,el cual expresa la relación entre el trabajo de los artistas, el sitio y el programa del edificio. A través de un diseño atractivo, lleno de energía permeable, la firma consiguió un ritmo musical en donde el nuevo museo se convierte en una parte reactiva e interactiva de su paisaje, a través de la intersección de redes integradas y esculpidas.
Conceptualmente es una improvisación de jazz, obras de artistas expresivos y contundentes que están representados a través de un “baile de gestos sueltos”, y el nuevo museo representa la musicalidad y la yuxtaposición de esos gestos. Mientras el artista descubre el movimiento repetitivo que puede convertirse en improvisación, el lenguaje arquitectónico introduce 3 componentes de música jazz, ritmo, proporción e improvisación, para construir un conjunto tenso, concentrado e inesperado.
Las propiedades inherentes de la música jazz y su inventiva se traslada en una arquitectura aparentemente fragmentada, ofreciendo una serie de conexiones arquitectónicas fluidas, donde los espacios están designados para ser reconstruidos y continuamente reinventados.
La intersección de los espacios de circulación se convierte en espacios de reunión interconectados e improvisados. Aquí, las vistas de la cruz axial y las conexiones físicas proveen oportunidades para relaciones inesperadas, plataformas para la improvisación y talleres que se convierten en centros de conocimiento y de inspiración. El museo ya no es más un repositorio estático y mudo.
El volumen principal que alberga la colección permanente, está construida en voladizo sobre la entrada, como un portal dramático, representando el deseo de los artistas para dar un compromiso en su trabajo. Con monumentalidad energética, la galería se extiende y se conecta a la fábrica de la ciudad con su identidad arquitectónica audaz.
Para fomentar la permeabilidad, las funciones públicas se distribuyen en todo el sitio. Vislumbrando un interior tranquilo y el paisaje asentado, se enmarcan a través de corredores visuales de la ciudad, y la arquitectura agitada y fragmentada del nuevo museo se convierte en un icono social y cultural de arte contemporáneo.
Conceptualmente es una improvisación de jazz, obras de artistas expresivos y contundentes que están representados a través de un “baile de gestos sueltos”, y el nuevo museo representa la musicalidad y la yuxtaposición de esos gestos. Mientras el artista descubre el movimiento repetitivo que puede convertirse en improvisación, el lenguaje arquitectónico introduce 3 componentes de música jazz, ritmo, proporción e improvisación, para construir un conjunto tenso, concentrado e inesperado.
Las propiedades inherentes de la música jazz y su inventiva se traslada en una arquitectura aparentemente fragmentada, ofreciendo una serie de conexiones arquitectónicas fluidas, donde los espacios están designados para ser reconstruidos y continuamente reinventados.
La intersección de los espacios de circulación se convierte en espacios de reunión interconectados e improvisados. Aquí, las vistas de la cruz axial y las conexiones físicas proveen oportunidades para relaciones inesperadas, plataformas para la improvisación y talleres que se convierten en centros de conocimiento y de inspiración. El museo ya no es más un repositorio estático y mudo.
El volumen principal que alberga la colección permanente, está construida en voladizo sobre la entrada, como un portal dramático, representando el deseo de los artistas para dar un compromiso en su trabajo. Con monumentalidad energética, la galería se extiende y se conecta a la fábrica de la ciudad con su identidad arquitectónica audaz.
Para fomentar la permeabilidad, las funciones públicas se distribuyen en todo el sitio. Vislumbrando un interior tranquilo y el paisaje asentado, se enmarcan a través de corredores visuales de la ciudad, y la arquitectura agitada y fragmentada del nuevo museo se convierte en un icono social y cultural de arte contemporáneo.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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