Un edificio que abarque la plancha del Zócalo, pero desarrollado en 300 metros subterráneos. Unos 775 mil metros cuadrados de construcción en forma de pirámide invertida en los que cabría una zona de museos, comercios, viviendas y oficinas es el proyecto El rascasuelos, concebido por el despacho Bunker (BNKR) Arquitectura como una solución a la necesidad de espacio en el Centro Histórico y una forma de conservación histórica de la zona.
Una arquitectura alejada de clasificaciones y etiquetas, en donde no cabe alardear de la herencia cultural mexicana, pero donde siempre está presente el ímpetu de “llevar la arquitectura hasta sus últimas consecuencias” y proponer soluciones, forma parte de la propuesta.
Integrado también por Gabriel Gitanjallí, Sebastián Suárez y Zaida Montañana, BNKR Arquitectura nació en 2005, cuando, “como jóvenes arquitectos no teníamos mucho presupuesto y sólo nos alcanzaba para rentar un sótano en una bodega de un edificio que se convirtió en nuestra primera oficina”, recuerda Suárez en entrevista con Excélsior a propósito de la aparición de su libro.
“Proponemos crear arquitectura que sea mexicana por el simple hecho de que somos mexicanos, no porque queremos mostrarle al país o al mundo nuestro legado cultural”, señala
Gitanjallí.
En lugar de ello, el grupo nació con la inquietud de realizar “una búsqueda constante de posibilidades y tratar de llevar la arquitectura a un nuevo lugar, reinventarnos a nosotros mismos y poder crear algo nuevo, diferente, que rompa paradigmas”.
México, afirma Suárez, es un país victimizado “que no ha podido superar el hecho de que la conquista fue una terrible violación perpetrada a un pasado indígena idealizado, esto ha creado una gran inseguridad que se ha visto reflejada en la arquitectura porque todos los esfuerzos se gastan en tratar de determinar qué es un verdadero estilo mexicano contemporáneo y qué no lo es”.
Como en el oxímoron, figura principalmente literaria que consiste en armonizar dos conceptos opuestos para crear un tercero, la idea de BKNR es escapar del estilo. “Hacer una arquitectura que quiere ir más allá de los estilos, el estilo encasilla a la arquitectura, la mete a una caja con límites definidos explícitos y se le etiqueta, querer pertenecer o querer crear un estilo es justamente limitarte las posibilidades”.
Gitanjallí considera que la llamada arquitectura mexicana mantuvo hasta hace poco una forma “muy rígida e impositiva” de mostrarse. Junto con sus socios piensa que ha llegado el momento de crear “una arquitectura más inclusiva y más considerada de todo su entorno inmediato y secundario. Hoy, por ejemplo, poco a poco se le está dando más importancia al peatón, a la persona; la arquitectura y el urbanismo van a cambiar, dejarán de estar enfocados sólo al automóvil y se enfocarán más en el peatón y el espacio público”.
En el tomo que será presentado por Enrique Norten y Miquel Adriá se presentan 14 proyectos, muchos de ellos preparados para concursos u otros ofrecidos como soluciones a sus clientes, en los que revelan el motor de su creación como un ejercicio lúdico y de investigación del entorno.
“Hay una frase que nos gusta mucho que dice: ‘la arquitectura es un asunto demasiado serio para encargárselo a un arquitecto’, este frase define la postura con la que abordamos nosotros la arquitectura”, concluye Suárez.
Una arquitectura alejada de clasificaciones y etiquetas, en donde no cabe alardear de la herencia cultural mexicana, pero donde siempre está presente el ímpetu de “llevar la arquitectura hasta sus últimas consecuencias” y proponer soluciones, forma parte de la propuesta.
Integrado también por Gabriel Gitanjallí, Sebastián Suárez y Zaida Montañana, BNKR Arquitectura nació en 2005, cuando, “como jóvenes arquitectos no teníamos mucho presupuesto y sólo nos alcanzaba para rentar un sótano en una bodega de un edificio que se convirtió en nuestra primera oficina”, recuerda Suárez en entrevista con Excélsior a propósito de la aparición de su libro.
“Proponemos crear arquitectura que sea mexicana por el simple hecho de que somos mexicanos, no porque queremos mostrarle al país o al mundo nuestro legado cultural”, señala
Gitanjallí.
En lugar de ello, el grupo nació con la inquietud de realizar “una búsqueda constante de posibilidades y tratar de llevar la arquitectura a un nuevo lugar, reinventarnos a nosotros mismos y poder crear algo nuevo, diferente, que rompa paradigmas”.
México, afirma Suárez, es un país victimizado “que no ha podido superar el hecho de que la conquista fue una terrible violación perpetrada a un pasado indígena idealizado, esto ha creado una gran inseguridad que se ha visto reflejada en la arquitectura porque todos los esfuerzos se gastan en tratar de determinar qué es un verdadero estilo mexicano contemporáneo y qué no lo es”.
Como en el oxímoron, figura principalmente literaria que consiste en armonizar dos conceptos opuestos para crear un tercero, la idea de BKNR es escapar del estilo. “Hacer una arquitectura que quiere ir más allá de los estilos, el estilo encasilla a la arquitectura, la mete a una caja con límites definidos explícitos y se le etiqueta, querer pertenecer o querer crear un estilo es justamente limitarte las posibilidades”.
Gitanjallí considera que la llamada arquitectura mexicana mantuvo hasta hace poco una forma “muy rígida e impositiva” de mostrarse. Junto con sus socios piensa que ha llegado el momento de crear “una arquitectura más inclusiva y más considerada de todo su entorno inmediato y secundario. Hoy, por ejemplo, poco a poco se le está dando más importancia al peatón, a la persona; la arquitectura y el urbanismo van a cambiar, dejarán de estar enfocados sólo al automóvil y se enfocarán más en el peatón y el espacio público”.
En el tomo que será presentado por Enrique Norten y Miquel Adriá se presentan 14 proyectos, muchos de ellos preparados para concursos u otros ofrecidos como soluciones a sus clientes, en los que revelan el motor de su creación como un ejercicio lúdico y de investigación del entorno.
“Hay una frase que nos gusta mucho que dice: ‘la arquitectura es un asunto demasiado serio para encargárselo a un arquitecto’, este frase define la postura con la que abordamos nosotros la arquitectura”, concluye Suárez.
Por iiarquitectos y arq.com.mx
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