Remodelación evade acuerdos internacionales. “De haber sabido lo que se hacía en el Chopo lo hubiera tratado de parar hasta con el Presidente”, afirma el arquitecto Flavio Salamanca, quien en 1973 restauró el edificio de la colonia Santa María la Ribera. Hoy, considera, el daño que se le ha hecho con la remodelación propuesta por Enrique Norten “es irreversible”.
Al igual que los especialistas universitarios Carlos Flores Marini y Ricardo Prado (Excélsior 10-V-10), Salamanca señala que la intervención que se hizo durante más de tres años fue “lamentable”, pues se trata de un edificio del que existen pocos en todo el mundo. “Nos quedaba a nosotros este valioso documento a escala internacional, sólo hay otro en Alemania y punto”.
El arquitecto se refiere a un edificio gemelo al Chopo que se conserva en Essen, en la cuenca del Rin. Sólo que “ahí lo tienen impecablemente restaurado, original todo”.
Con la aprobación, en 1972, de la Ley Nacional de Monumentos Históricos, la UNAM solicitó la intervención del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) para restaurar el edificio y el encargado fue Salamanca, entonces jefe del Departamento de Arquitectura de la dependencia federal.
Más de 30 años después, la UNAM, a través de la desaparecida Coordinación de Proyectos Especiales, a cargo de Felipe Leal, aprobó el proyecto de Norten.
Esta vez, de acuerdo con el Consejo Internacional de Sitios y Monumentos (ICOMOS), sección México, se “destruyó” la espacialidad e iluminación original del inmueble traído al país en 1903.
“Es contradictorio para la Universidad, vergonzoso que por un lado enseñan una cosa (la UNAM ofrece la especialidad en restauración) y la propia Universidad hace otra; es totalmente contrario a lo que está enseñando, está dejando un precedente para que tomen la Catedral de México y le hagan también rampas”.
De acuerdo con el arquitecto, la remodelación evadió los tratados y convenciones firmados por México sobre restauración.
La historia del Chopo se remonta a finales del siglo XIX, cuando se construían edificios desarmables que se vendían en las exposiciones industriales.
“No eran edificios grandes, eran edículos que resolvían los proyectos arquitectónicos de una forma bastante clara, por eso son únicos, porque sólo duraron ese periodo. Su gran espacialidad se la permite el hierro, pocos espacios en el mundo tienen está espacialidad. A principios del siglo XX se destruyen la mayoría en Europa; para 1926, 28 ya se habían destruido porque era anticuado y venía otra moda, el funcionalismo”, recuerda Salamanca.
Aunque el mismo Norten señaló que el INBA supervisó su proyecto, este diario no ha recibido respuesta de la dependencia sobre su participación. En tanto, aunque el INAH emitió una opinión técnica a través de su Coordinación Nacional de Monumentos, de acuerdo con el vocero Julio Castrejón, no existe una postura oficial porque sólo atiende el patrimonio anterior a 1900 y el edificio del Chopo llegó a México tres años después.
Al igual que los especialistas universitarios Carlos Flores Marini y Ricardo Prado (Excélsior 10-V-10), Salamanca señala que la intervención que se hizo durante más de tres años fue “lamentable”, pues se trata de un edificio del que existen pocos en todo el mundo. “Nos quedaba a nosotros este valioso documento a escala internacional, sólo hay otro en Alemania y punto”.
El arquitecto se refiere a un edificio gemelo al Chopo que se conserva en Essen, en la cuenca del Rin. Sólo que “ahí lo tienen impecablemente restaurado, original todo”.
Con la aprobación, en 1972, de la Ley Nacional de Monumentos Históricos, la UNAM solicitó la intervención del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) para restaurar el edificio y el encargado fue Salamanca, entonces jefe del Departamento de Arquitectura de la dependencia federal.
Más de 30 años después, la UNAM, a través de la desaparecida Coordinación de Proyectos Especiales, a cargo de Felipe Leal, aprobó el proyecto de Norten.
Esta vez, de acuerdo con el Consejo Internacional de Sitios y Monumentos (ICOMOS), sección México, se “destruyó” la espacialidad e iluminación original del inmueble traído al país en 1903.
“Es contradictorio para la Universidad, vergonzoso que por un lado enseñan una cosa (la UNAM ofrece la especialidad en restauración) y la propia Universidad hace otra; es totalmente contrario a lo que está enseñando, está dejando un precedente para que tomen la Catedral de México y le hagan también rampas”.
De acuerdo con el arquitecto, la remodelación evadió los tratados y convenciones firmados por México sobre restauración.
La historia del Chopo se remonta a finales del siglo XIX, cuando se construían edificios desarmables que se vendían en las exposiciones industriales.
“No eran edificios grandes, eran edículos que resolvían los proyectos arquitectónicos de una forma bastante clara, por eso son únicos, porque sólo duraron ese periodo. Su gran espacialidad se la permite el hierro, pocos espacios en el mundo tienen está espacialidad. A principios del siglo XX se destruyen la mayoría en Europa; para 1926, 28 ya se habían destruido porque era anticuado y venía otra moda, el funcionalismo”, recuerda Salamanca.
Aunque el mismo Norten señaló que el INBA supervisó su proyecto, este diario no ha recibido respuesta de la dependencia sobre su participación. En tanto, aunque el INAH emitió una opinión técnica a través de su Coordinación Nacional de Monumentos, de acuerdo con el vocero Julio Castrejón, no existe una postura oficial porque sólo atiende el patrimonio anterior a 1900 y el edificio del Chopo llegó a México tres años después.
Por arq.com.mx
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