Ubicado en el corazón de Berlín, en la Isla de los Museos, la ampliación del Museo Alemán de Historia constituye el tercer gran acierto del considerado "maestro de las formas", el arquitecto estadounidense de origen Chino Ieoh Ming Pei, quien llegó hasta aquí cargando en sus alforjas nada menos que las ampliaciones de la Galería Nacional de Washington y la pirámide de cristal en el Louvre de París.
Poco antes de que finalizara el siglo anterior, el Primer Ministro Alemán se ocupó personalmente de encausar la ampliación del Museo de Historia Alemana convocando para tal fin al arquitecto Ieoh Ming Pei por entender que sería este quien resolvería la arquitectura de la ampliación de este lugar ocupado por la memoria del pueblo alemán.
Preocupado en saber sobre las civilizaciones, Pei, gran admirador del arquitecto prusiano del siglo XIX Karl Friedrich Shinkel, confiesa bucear en la propia historia particular de cada lugar proponiendo formas que lleguen a todos, descartando crear trabajos arquitectónicos que sólo causen sensación en los medios de comunicación. Su búsqueda consiste en profundizar hasta encontrar la causa de su propuesta.
El Museo ubicado en el centro de Berlín es un enorme edificio de estilo barroco prusiano del siglo XVIII, el Zeughaus (arsenal de armas), construido para museo militar por orden del Emperador Federico I, posee una superficie de 7.500 m2 y en él se exponen más de 8.000 históricas obras que informan sobre los hombres, los acontecimientos y los desarrollos de un pasado alemán de casi 2.000 años que abarca desde el primer siglo antes de Cristo hasta la actualidad.
Los objetos de información son de un gran valor informativo y de casi todas las áreas de la herencia histórica: documentos, pintura y otras expresiones artísticas, libros, avisos, textiles, muebles, máquinas, pero también diferentes objetos de la vida diaria y mucho más a esta considerada exposición permanente.
El nuevo edificio de ampliación cobijaría a las exposiciones temporales que tienen como temática la historia alemana del siglo recién acabado.
La intervención consistiría entonces en no sólo ampliar con un nuevo cuerpo al edificio existente sino también de dotar al antiguo patio de armas de 1.600 m2 con una gran cubierta nueva acristalada, realizada a semejanza de la que existía entre 1880 y 1945, en la majestuosa obra arquitectónica del ayer.
La estrategia de Pei consistió en generar dos volúmenes que ocuparan la casi totalidad el espacio urbano intersticial, uno opaco y otro transparente, de líneas puras, contemporáneas, diseño este que lo hizo famoso, pero con un significado muy profundo, buscando la esencia de lo histórico. Sería muy transparente la forma elegida que simbolice la unificación de las dos Alemanias, con una geometría elíptica en su concepción, recuperando la dinámica del espíritu del barroco, con una formalización absolutamente nueva de cristal especialmente tratado en el que se ubicó al foyer, las escaleras y el acceso principal composición que define así la imagen más importante del edificio que recorrería todo el mundo. Lo antiguo y lo nuevo se funden en un todo, logrando una unidad formal, cada cual representado una época, cada cual cumpliendo un rol dentro de la difícil misión de materializar la historia milenaria de un pueblo. Sin dudas la nueva arquitectura cumple con la difícil misión no sólo de llenar un vacío y de cumplir con todos los requisitos programáticos y pragmáticos sino también de comunicación y puesta en valor de la cultura germana.
Los museos en todo el mundo desarrollado, son auténticos acontecimientos urbanos, únicos e irrepetibles, verdaderos centros de irradiación de cultura, la que sólo es posible si tenemos bien resguardada nuestra memoria colectiva. Son lugares de encuentro, de relación, de estar y de consumo. Hoy, el turismo en el mundo no se concibe sin su existencia, razón por la cual se invierten para construirlos cantidades fabulosas de dinero, que también se recuperan en tiempo récord y ganan para sí un lugar iconográfico invalorable en sus ciudades, contando con una entrada permanente de divisas que oxigenan a sus economías en el momento más oportuno.
Poco antes de que finalizara el siglo anterior, el Primer Ministro Alemán se ocupó personalmente de encausar la ampliación del Museo de Historia Alemana convocando para tal fin al arquitecto Ieoh Ming Pei por entender que sería este quien resolvería la arquitectura de la ampliación de este lugar ocupado por la memoria del pueblo alemán.
Preocupado en saber sobre las civilizaciones, Pei, gran admirador del arquitecto prusiano del siglo XIX Karl Friedrich Shinkel, confiesa bucear en la propia historia particular de cada lugar proponiendo formas que lleguen a todos, descartando crear trabajos arquitectónicos que sólo causen sensación en los medios de comunicación. Su búsqueda consiste en profundizar hasta encontrar la causa de su propuesta.
El Museo ubicado en el centro de Berlín es un enorme edificio de estilo barroco prusiano del siglo XVIII, el Zeughaus (arsenal de armas), construido para museo militar por orden del Emperador Federico I, posee una superficie de 7.500 m2 y en él se exponen más de 8.000 históricas obras que informan sobre los hombres, los acontecimientos y los desarrollos de un pasado alemán de casi 2.000 años que abarca desde el primer siglo antes de Cristo hasta la actualidad.
Los objetos de información son de un gran valor informativo y de casi todas las áreas de la herencia histórica: documentos, pintura y otras expresiones artísticas, libros, avisos, textiles, muebles, máquinas, pero también diferentes objetos de la vida diaria y mucho más a esta considerada exposición permanente.
El nuevo edificio de ampliación cobijaría a las exposiciones temporales que tienen como temática la historia alemana del siglo recién acabado.
La intervención consistiría entonces en no sólo ampliar con un nuevo cuerpo al edificio existente sino también de dotar al antiguo patio de armas de 1.600 m2 con una gran cubierta nueva acristalada, realizada a semejanza de la que existía entre 1880 y 1945, en la majestuosa obra arquitectónica del ayer.
La estrategia de Pei consistió en generar dos volúmenes que ocuparan la casi totalidad el espacio urbano intersticial, uno opaco y otro transparente, de líneas puras, contemporáneas, diseño este que lo hizo famoso, pero con un significado muy profundo, buscando la esencia de lo histórico. Sería muy transparente la forma elegida que simbolice la unificación de las dos Alemanias, con una geometría elíptica en su concepción, recuperando la dinámica del espíritu del barroco, con una formalización absolutamente nueva de cristal especialmente tratado en el que se ubicó al foyer, las escaleras y el acceso principal composición que define así la imagen más importante del edificio que recorrería todo el mundo. Lo antiguo y lo nuevo se funden en un todo, logrando una unidad formal, cada cual representado una época, cada cual cumpliendo un rol dentro de la difícil misión de materializar la historia milenaria de un pueblo. Sin dudas la nueva arquitectura cumple con la difícil misión no sólo de llenar un vacío y de cumplir con todos los requisitos programáticos y pragmáticos sino también de comunicación y puesta en valor de la cultura germana.
Los museos en todo el mundo desarrollado, son auténticos acontecimientos urbanos, únicos e irrepetibles, verdaderos centros de irradiación de cultura, la que sólo es posible si tenemos bien resguardada nuestra memoria colectiva. Son lugares de encuentro, de relación, de estar y de consumo. Hoy, el turismo en el mundo no se concibe sin su existencia, razón por la cual se invierten para construirlos cantidades fabulosas de dinero, que también se recuperan en tiempo récord y ganan para sí un lugar iconográfico invalorable en sus ciudades, contando con una entrada permanente de divisas que oxigenan a sus economías en el momento más oportuno.
Por arq.com.mx
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