Tradicionalmente, los Ayuntamientos poseían un marcado carácter institucional, por lo que su presencia era severa y un tanto hierática.
Con el paso del tiempo, y a medida que comenzaban a albergar otras funciones y convertirse en centros de encuentro y relación entre ciudadanos, su imagen se suavizó, y la arquitectura de los mismos se hizo más amable. Actualmente, ya inscritos en el siglo XXI, el Ayuntamiento, como reflejo de la voluntad e intereses públicos, debe convertirse en modelo de interacción con el entorno proporcionando mecanismos de respuesta a los retos energéticos que nos aguardan. Las autoridades de Noain, conscientes de ello, implantaron hace algunos años el programa Agenda XXI en el municipio. Como consecuencia, se convocó un Concurso de Ideas para la construcción del nuevo Ayuntamiento, del que este proyecto resultó ganador. El solar en el que se implanta el edificio presenta una situación de choque entre dos contextos: hacia un lado, el entorno edificado, que desemboca en una plaza dura y extensa; y hacia el otro, el entorno natural, con un parque que crece hacia el sur. Plaza y parque, se dan la espalda y quedan separados por un cinturón de asfalto. El nuevo Ayuntamiento pretende servir de nexo de unión entre ambos contextos, diluyendo sus límites. Para ello, se materializa como un híbrido edificado que asimila los caracteres contrapuestos que aquí confluyen, lo que produce cierta ‘ósmosis’ del edificio con el lugar. El resultado no pretende ser mimetico ni rupturista, sino una “infiltración” instalada de común acuerdo entre los dos contextos. El edificio se conforma a través de una superposición de envolventes. La interior, de rigurosa geometría, está formada por una doble piel traslúcida. A ésta, se le superpone una celosía metálica de forma orgánica por donde crecerá la vegetación, una “nube” que variará de densidad y colores a lo largo del año. El lienzo o fondo vegetal lo compone la parra virgen: Planta que trepa y cubre la fachada en verano, en otoño adquiere unos espectaculares tonos rojizos y, en invierno, al ser caducifolia, deja pasar la luz del sol. Como organismo vivo, el edificio hunde sus raíces en el suelo y obtiene energía geotérmica para suplir las necesidades de calefacción y refrigeración. Todos los sistemas del edificio están regulados e interrelacionados con el objetivo de minimizar el coste energético y de mantenimiento. El edificio ha sido objeto de un estudio de calificación energética, obteniendo un ahorro energético del 60%. El edificio conforma un ente vivo en plena transformación. Un cuerpo que será percibido, no como algo inerte, sino como un paisaje que se transforma, que marca el transcurso de los días y las estaciones; en definitiva, un índice de la vida cotidiana y de los ciclos vitales de los ciudadanos.
Con el paso del tiempo, y a medida que comenzaban a albergar otras funciones y convertirse en centros de encuentro y relación entre ciudadanos, su imagen se suavizó, y la arquitectura de los mismos se hizo más amable. Actualmente, ya inscritos en el siglo XXI, el Ayuntamiento, como reflejo de la voluntad e intereses públicos, debe convertirse en modelo de interacción con el entorno proporcionando mecanismos de respuesta a los retos energéticos que nos aguardan. Las autoridades de Noain, conscientes de ello, implantaron hace algunos años el programa Agenda XXI en el municipio. Como consecuencia, se convocó un Concurso de Ideas para la construcción del nuevo Ayuntamiento, del que este proyecto resultó ganador. El solar en el que se implanta el edificio presenta una situación de choque entre dos contextos: hacia un lado, el entorno edificado, que desemboca en una plaza dura y extensa; y hacia el otro, el entorno natural, con un parque que crece hacia el sur. Plaza y parque, se dan la espalda y quedan separados por un cinturón de asfalto. El nuevo Ayuntamiento pretende servir de nexo de unión entre ambos contextos, diluyendo sus límites. Para ello, se materializa como un híbrido edificado que asimila los caracteres contrapuestos que aquí confluyen, lo que produce cierta ‘ósmosis’ del edificio con el lugar. El resultado no pretende ser mimetico ni rupturista, sino una “infiltración” instalada de común acuerdo entre los dos contextos. El edificio se conforma a través de una superposición de envolventes. La interior, de rigurosa geometría, está formada por una doble piel traslúcida. A ésta, se le superpone una celosía metálica de forma orgánica por donde crecerá la vegetación, una “nube” que variará de densidad y colores a lo largo del año. El lienzo o fondo vegetal lo compone la parra virgen: Planta que trepa y cubre la fachada en verano, en otoño adquiere unos espectaculares tonos rojizos y, en invierno, al ser caducifolia, deja pasar la luz del sol. Como organismo vivo, el edificio hunde sus raíces en el suelo y obtiene energía geotérmica para suplir las necesidades de calefacción y refrigeración. Todos los sistemas del edificio están regulados e interrelacionados con el objetivo de minimizar el coste energético y de mantenimiento. El edificio ha sido objeto de un estudio de calificación energética, obteniendo un ahorro energético del 60%. El edificio conforma un ente vivo en plena transformación. Un cuerpo que será percibido, no como algo inerte, sino como un paisaje que se transforma, que marca el transcurso de los días y las estaciones; en definitiva, un índice de la vida cotidiana y de los ciclos vitales de los ciudadanos.
Por arq.com.mx
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